Ya descansan en el C4 (7.200m), emprenderán el ataque a cumbre hacia las 5:30–6:00

Texto: Igone Mariezkurrena (CB Nanga Parbat)

25/02/2016

A las 18:30 (hora pakistaní) Alex Txikon acaba de contactar con CB para contarnos que los cuatro se encuentran ya hidratando y descansando dentro de sus sacos de dormir en el C4 (7.200m).

Aunque parece que las condiciones óptimas en cuanto a la velocidad del viento (no más de 5–10 km/h) llegarán a partir de la noche del 26 y se mantendrán durante todo el día 27, esperar hasta entonces supondría pasar una noche ‘extra’ por encima de los 7.000m. Así que, a pesar de que esta madrugada y también mañana por la mañana el viento soplará todavía entorno a los 35 km/h y desde el Noroeste –desde el propio valle Diamir, por lo que el trapecio cimero del Nanga NO los protegerá–, los cuatro integrantes de la cordada internacional han decidido, tras debatirlo, que se lanzarán hacia la cumbre a partir de las 5:30–6:00 de la mañana (hora pakistaní) para evitar así exponerse a temperaturas extremadamente bajas.

A las 8:00 de la mañana llegaba la primera llamada desde el C3 (6.700m). Alex Txikon nos confirmaba que todo había ido bien durante la noche, que han acusado el frío pero que las sensaciones han sido muy buenas. Hemos recibido la noticia con gran alegría, puesto que se trataba de la primera noche que todos ellos pasaban a esta altura (6.700m), clave. Se disponían a desayunar para, seguidamente, acompañados por el sol, arrancar hacia el C4 (7.200m).

Lo han hecho en dos grupos diferenciados. Ali Sadpara y Simone Moro han partido primero, mientras que Alex Txikon y Tamara Lunger se han encargado de desmontar la tienda y cargar con el resto de material necesario para el C4 (7.200m) antes de salir –serían ya cerca de las 10:30 (hora pakistaní)–.

A diferencia de jornadas anteriores en las que el hielo y el siempre complicado terreno mixto han sido protagonistas, la etapa de hoy ha transcurrido en su totalidad sobre nieve; nieve además “durita” –comentaba Txikon– que ha contribuido al rápido avance de los cuatro escaladores a lo largo de las empinadas cuestas, superando en seis horas los 500 metros de desnivel y la larga distancia que separa el C3 del C4.

Habían adelantado algo de trabajo ayer: nada más alcanzar los 6.700m (C3), Alex Txikon y Simone Moro se dispusieron a preparar a golpe de piolet la plataforma sobre la que después montarían la tienda. Pusieron todo a punto dentro, derritieron nieve… Mientras tanto, Ali Sadpara y Tamara Lunger se encargaron de equipar los primeros 160 metros de la “interminable” rampa sobre el C3, algo que, sin duda, el equipo ha agradecido hoy.

Cuando eran cerca de la 13:00 del mediodía, a través de los prismáticos hemos podido apreciar cómo dirigían sus pasos ya hacia el Oeste, para encaramarse a la arista que da paso al inmenso plató –la cuenca Bazhin– en el que se encuentra el C4 (7.200m), no visible desde el Campo Base.

A las 16:30 contactaban de nuevo, “estamos cavando la repisa”; y dos horas más tarde ya se encontraban dentro de sus sacos, hidratando y descansando para la larga jornada que les espera.

Aunque parece que las condiciones óptimas en cuanto a la velocidad del viento (no más de 5–10 km/h) llegarán a partir de la noche del 26 y se mantendrán durante todo el día 27, esperar hasta entonces supondría tener que pasar una noche más por encima de los 7.000m. Así que, a pesar de que esta madrugada y también mañana por la mañana el viento soplará todavía entorno a los 35 km/h y desde el Noroeste –desde el propio valle Diamir, por lo que el trapecio cimero del Nanga NO los protegerá–, los cuatro integrantes de la cordada internacional han decidido, tras debatirlo, que se lanzarán hacia la cumbre a partir de las 5:00–6:30 de la mañana evitando así exponerse a temperaturas excesivamente bajas.


Otro paso clave: noche en el C3 (6.700m)

Texto: Igone Mariezkurrena (CB Nanga Parbat)

24/02/2016

CONSEGUIDO. Alex Txikon, Ali Sadpara, Simone Moro y Tamara Lunger descansan a estas horas en el C3 (6.700m). Finalizada esta segunda etapa, podría afirmarse que los cuatro escaladores han superado ya los tramos de mayor dificultad técnica de la ruta Kinshofer, por la que pretenden completar la primera invernal del Nanga Parbat (8.126m). A partir de ahora entran en juego otros factores contra los que luchar: el cansancio acumulado, la altura y el frío. Mañana establecerán el C4 (7.200m), desde donde tienen previsto lanzar el ataque a cumbre la madrugada del 26 de Febrero –viernes–. Tras el parón obligado de ayer debido a una fuerte ventisca que los mantuvo inmóviles en el C2 (6.100m), el pronóstico augura ahora tres jornadas de tiempo estable, despejado en cumbre y con ausencia de precipitaciones y viento.

Aunque sabíamos que durante la jornada de ayer –23 de Febrero– el viento iba a ser molesto, Txikon, Sadpara, Moro y Lunger no contaban con tener que abortar la salida hacia el C3 (6.700m). Pero hace ya tiempo comprendimos que el clima del Nanga Parbat es caprichoso e impredecible, y que conviene saber encajar con filosofía y paciencia estos traspiés. En efecto, el Nanga volvió a jugar una mala pasada a los cuatro escaladores, porque el C2 (6.100m) es, sin duda, el peor y el más incómodo de la ruta Kinshofer, el menos adecuado para tener que pasar en él dos noches y un día entero. La plataforma sobre la que descansa la tienda apenas tendrá unos 4-5 metros cuadrados, con sendos patios de más de 1000 metros de caída a cada lado, donde el mero hecho de salir a orinar se convierte en una verdadera y peligrosa aventura. Se trata, además, de una arista especialmente expuesta, por lo que los miembros de la cordada internacional han padecido durante más de 30 horas –desde que a las 16:30 del pasado 22 Febrero (lunes) alcanzaran este C2 procedentes del CB– las violentas sacudidas del viento (de más de 70km/h) que, en ocasiones, según afirma Txikon, incluso hacía el amago de levantar la tienda. Damos fe de que así sería, puesto que la misma ventisca fue capaz de echar abajo más de una tienda aquí, en el CB, a 4.200m de altura. A todo esto se sumó el hecho de que los cuatro escaladores encontraron el depósito desgarrado por la ventisca y comprobaron que dos de las esterillas habían volado. En su lugar, extendieron dentro de la tienda otra tienda –la prevista para C3– logrando así mayor aislamiento.

En cualquier caso, y dado que contaban con suficiente comida y cartuchos de gas, los cuatro escaladores supieron plantar buena cara al mal tiempo y vivir en positivo la jornada de impasse. “Llevamos todo el día hidratando, comiendo y descansando”, comentaba Txikon. Aunque no estuviera en sus planes, de alguna manera agradecieron poder recobrar fuerzas tras el intenso esfuerzo del día anterior en el que superaron del tirón prácticamente 2.000 metros de desnivel.

No ha habido tregua por parte del viento hasta las 2:00 de la madrugada de hoy –24 de Febrero–, pero el día ha amanecido hermoso y apacible. Así, a las 9:30, cuando ya recibían los primeros rayos del sol, vía walkie nos confirmaban que se ponían en marcha hacia el C3 (6.700m). Los primeros 300 metros del tramo que va del C2 al C3 transcurren sobre terreno mixto, dando paso después a una imponente pala helada de unos 200 metros.

Aparte de la tienda que durante estas dos noches ha hecho las veces de esterilla, también han cargado con varias estacas y tornillos que se suman al depósito que, recordemos, Txikon y Sadpara ya habían establecido a 6.700m allá por el 23 de Enero, tras fijar con cuerdas este tramo clave de la ruta. Muy probablemente mañana emplearán dicho material para equipar parte del tramo entre el C3 y el C4.

El C3 (6.700m) es un lugar bastante más cómodo y amplio que la limitadísima plataforma del C2. Sin embargo, el frío y la altura se hacen notar, aunque cuentan con largas horas de sol. “Desde aquí, la cima del Nanga Parbat (8.126m) se ve y parece estar realmente cerca”, nos comenta Simone Moro vía walkie; sin duda, las enormes dimensiones de este magnífico macizo engañan a la vista.

A pesar de contar con las cuerdas previamente fijadas por Txikon y Sadpara, los cuatro escaladores reconocen que han sido 5 horas de arduo trabajo debido a la dureza del hielo. Pero afirman sentirse “fuertes y felices”.

A tod@s l@s que seguís de cerca esta aventura: gracias por vuestro apoyo, desde allí arriba también lo perciben.

PROGRAMA:

Mañana establecerán el C4 (7.200m), desde donde tienen previsto lanzar el ataque a cumbre la madrugada del 26 de Febrero –viernes–. Según los partes que nos hacen llegar Karl Gabl (desde Austria) y Javier del Valle (desde Zaragoza), las altas presiones (anticiclón, tiempo estable) prácticamente se han colocado sobre el macizo del Nanga Parbat, así que prevemos condiciones favorables para estas dos jornadas clave, así como para un descenso seguro. Viento suave, y ausencia de nubosidad/precipitaciones.


Javier Del Valle: “Su localización aislada a medio camino entre el Himalaya y el Karakorum hace que el clima del Nanga Parbat sea especialmente variable”

Texto: Igone Mariezkurrena (CB Nanga Parbat)

22/02/2016

Tras varias intentonas sin poder avanzar más allá del C2 (6.100m), parece que ha llegado la ansiada ventana, la definitiva, la que posiblemente, si todo va bien y sus cuerpos responden de manera adecuada, conceda a Txikon, Sadpara, Moro y Lunger la oportunidad de lanzar su ataque a cumbre en este Nanga Parbat invernal todavía virgen. Han partido del CB de madrugada, a las 5:30 de la mañana de hoy –día 22 de Febrero– directos hacia el C2 (6.100m).

Las últimas semanas han sido una sucesión de vendavales y nevadas que han escapado a muchas de las predicciones recogidas en diferentes partes meteorológicos. Varias de las ventanas previstas no han llegado, o un giro imprevisto de viento ha estropeado el tiempo antes de lo esperado, obligando a los cuatro escaladores a abortar más de una rotación.

En efecto, su localización en el extremo Norte del Himalaya muy cerca del Karakorum y su condición de montaña aislada hacen que el clima en el Nanga Parbat sea particularmente volátil. Pero que lo cuente yo no tiene quizás demasiada credibilidad, así que he pensado en entrevistar al Doctor en Climatología Javier Del Valle Melendo, quien voluntariosamente está colaborando con esta expedición facilitando información meteorológica precisa que ha servido para planificar el inminente ataque.

Sus explicaciones pueden contribuir a que tod@s comprendamos un poco mejor la situación y el porqué de tanto cambio que, a ratos, ha desesperado a la cordada pero ante la cuál se ha impuesto la paciencia y la pasión por la escalada.

Javier del Valle Melendo: Doctor en Climatología, Máster en Educación Ambiental y en Evaluación de Impacto Ambiental. Profesor del Centro Universitario de la Defensa de Zaragoza. Amplia experiencia montañera y en formación y divulgación sobre clima de montaña.

El Nanga Parbat es el único ochomil pakistaní situado en el Himalaya y no en el Karakorum. En términos generales: ¿Cuáles son las características específicas más reseñables que definen el clima de cada una de las dos cordilleras?

En general, el clima del Himalaya está muy influido por la alternancia de los monzones: monzón húmedo en verano y seco en invierno, lo que da condiciones muy diferentes y marcadas a lo largo del año. No obstante, estas condiciones en la zona Norte de esta cordillera, donde se sitúa el Nanga Parbat, se van desdibujando. Al Karakorum, en cambio, no llega el monzón de verano, o si lo hace es de forma muy débil y marginal. Por el contrario, sí que está más afectado por precipitaciones de tipo ciclónico de origen templado y no tropical. También el monzón seco de invierno le afecta de forma menos intensa, porque en ocasiones las borrascas templadas de las que hablaba intervienen provocando temporales de nieve.

El Nanga Parbat se encuentra aislado del resto de las grandes montañas. ¿Cuenta, debido a esta circunstancia, con un clima diferente o especial dentro de la misma cordillera?

En efecto se trata de un macizo muy aislado y de grandes dimensiones, con enormes desniveles sobre los valles circundantes. Esta característica hace que influya poderosamente en las masas de aire que llegan a él, que se ven obligadas a circunvalarlo, lo que puede generar vientos de gran intensidad que, si van acompañados de precipitación, forman ventiscas violentas. Además, tiene grandes laderas orientadas al Noroeste y al Sureste, en las que las condiciones de insolación y por lo tanto de temperatura pueden ser diferentes. Por otro lado, en función de cómo circulen los vientos, también pueden convertirse en laderas de barlovento –dirección desde la cuál llega el viento– o sotavento –al resguardo del lugar de procedencia del viento–, con o sin precipitaciones. Estas circunstancias generan un clima muy específico en las proximidades del macizo, influido por las transformaciones que éste genera en las masas de aire que llegan.

Está siendo más que evidente que el Nanga Parbat es una montaña especialmente impredecible. ¿Por qué?

Sí. Lo es, precisamente, debido a los dos factores a los que acabamos de hacer referencia. Por un lado, porque se sitúa en una zona en la que el clima muestra características de transición entre las dos cordilleras –Himalaya y Karakorum–. Y, en segundo lugar, por su aislamiento, su gran energía de relieve respecto a los valles y tierras circundantes. Sus enormes paredones influyen en las masas de aire que llegan, alterándolas, por lo que un mínimo cambio en la dirección del viento puede significar cambios en las condiciones meteorológicas del macizo y su entorno inmediato.

¿Lo es aún más en invierno que en primavera/verano?

En invierno, todo el interior de Asia está dominado por altas presiones (anticiclón), pero éstas se transforman, no son estables, y tienden a reforzarse por la noche (por enfriamiento) y a debilitarse durante el día (por calentamiento). Estos cambios repercuten en las masas de aire que llegan hacia el Nanga Parbat, que a su vez cambian a lo largo del día en intensidad y por su puesto en temperatura. En ocasiones alcanzan el macizo las borrascas que se forman en Afganistán o incluso en las proximidades del Mar Caspio, generando periodos de precipitaciones de nieve. El resultado es que los anticiclones y borrascas están en constante evolución hora a hora, y por lo tanto el tiempo cambia muy frecuentemente. En verano, por lo contrario, las bajas presiones (borrasca) dominantes se van alternando con periodos de cierta estabilidad si llega el anticiclón que con frecuencia ocupa el extremo Occidental de Asia.

De todas formas, por norma general, ¿Cómo se comporta el clima en el Nanga Parbat invernal?

Al situarse en el extremo Norte del Himalaya, próximo al Karakorum, está más afectada por las borrascas de latitudes medias que el resto del Himalaya, por lo que el invierno es más proclive a nevadas, periodos de precipitaciones y temporales. También la insolación es más débil y las temperaturas más bajas.

Condiciones complicadas para la escalada.

Desde luego. Las condiciones para practicar alpinismo en el Nanga Parbat invernal son indudablemente adversas. El viento es un enemigo fundamental, pues un viento fuerte puede impedir físicamente la ascensión. Hemos de señalar además que en alta montaña el viento es frío, lo que contribuye mucho a disminuir la sensación térmica, a veces hasta hacerla llegar a límites insoportables para el ser humano, aparte de que convierte al aire en un fluido más denso, y por lo tanto con mayor capacidad de empuje. También las precipitaciones, sobre todo si son muy abundantes y van acompañadas de viento, pueden ser un factor que añada dificultad, especialmente si disminuye mucho la visibilidad.

Entiendo que por todo lo que venimos citando la fiabilidad de las predicciones meteorológicas para el Nanga Parbat invernal es menor.

Toda predicción meteorológica tiene un cierto grado de incertidumbre, mayor cuando más lejos en el tiempo se realice, y mucho mayor en montaña, especialmente si ésta es aislada y si se conocen poco las características climáticas de la zona en la que se encuentra. Hemos de señalar a este respecto que el clima del Norte de Pakistán es todavía escasamente conocido, la red de observatorios es escasa por muchas razones y los estudios climáticos que ayudan a realizar una buena predicción meteorológica aplicada a días concretos son pocos. Realizar una predicción meteorológica para zonas tan desconocidas tiene, en consecuencia, un margen amplio de incertidumbre.

¿Cuánto y cómo ha evolucionado durante estos últimos años la metodología y la labor de los meteorólogos que prestan sus servicios a las diferentes expediciones?

En general la predicción ha avanzado, ahora se cuenta con modelos variados, pero siempre hay un margen de incertidumbre que aumenta, como hemos dicho, en zonas de montaña y en áreas de clima poco estudiado. Y siempre existe también, claro, un margen de interpretación personal de estos modelos.

¿Cómo se ha traducido esto en la actividad alpina?

Ha aumentado algo la seguridad a la hora de planificar un ataque a cumbre, pues es mayor el volumen de información climática, y poco a poco el margen de incertidumbre se va reduciendo, aunque no ha desparecido. Entiendo que el alpinista de alto nivel necesita una predicción lo más ajustada y precisa posible y que así lo demande, pero hoy por hoy, aunque se ha avanzado, la seguridad total no existe, sigue habiendo un margen de incertidumbre, de aleatoriedad e incluso de imprevisibilidad en ciertos fenómenos meteorológicos. Al igual que un climatólogo añade una parte de interpretación personal a los modelos climáticos, un alpinista de alto nivel también ha de sopesar, basándose en estas predicciones, el nivel de riesgo o de dificultad al que está dispuesto a enfrentarse.

¿Hasta qué punto un buen parte meteorológico puede, aunque no garantizar, sí facilitar el éxito de una expedición?

Creo que en buena medida. Entiendo que el éxito es coronar una cumbre o retirarse a tiempo si las condiciones son extremas y pueden poner en peligro la vida de los expedicionarios. Un parte meteorológico puede avisar de las ventanas de buen tiempo previstas, lo que ayuda a planificar el ataque a cumbre o la instalación de campamentos elevados; pero también puede alertar de condiciones extremas peligrosas que deben hacer desistir de un intento de cumbre o de una excesiva exposición. Hoy por hoy esas condiciones extremas de buen o mal tiempo son relativamente fáciles de prever. El problema es cuando la situación atmosférica no está tan clara; es aquí cuando la interpretación personal del climatólogo y la decisión del equipo montañero juegan un cierto papel a la hora de planificar una u otra actividad.

¿Consideras que el calentamiento global está, en efecto, teniendo consecuencias palpables en el comportamiento del clima en estas montañas? ¿Son los inviernos ahora más livianos?

La montaña es un medio en constante cambio y transformación, es una de las características que la hace enormemente atractiva. Un macizo montañoso o una cordillera cambia de forma muy sensible cada estación del año, cada año respecto del anterior según la acumulación de nieve; sus glaciares, sus ríos… incluso la vegetación que la cubre se adapta a esta realidad dinámica. Los efectos del llamado cambio climático hay que definirlos muy bien desde el punto de vista científico antes de considerarlos como tales. Uno de los previstos según los informes del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) es que la temperatura asciende levemente, pero este proceso va acompañado de periodos de temperaturas extremas (olas de calor e intensas olas de frío, así como periodos secos y otros muy lluviosos). También la transformación que realiza el ser humano sobre las montañas se suma a su propia evolución natural. Para afirmar si los inviernos son ahora más suaves que hace años se necesitan registros de temperatura largos tomados en condiciones comparables para ver la evolución de los valores térmicos, y es algo de lo que carecemos en muchas cordilleras. Sí que disponemos de un buen indicador que son los glaciares: buena parte de los glaciares del mundo han tenido un comportamiento regresivo en los últimos años, entre ellos todos situados en el Pirineo Aragonés, cuyo pequeño tamaño les hace muy sensibles a las variaciones climáticas. Sin embargo, los glaciares del Karakorum están creciendo, y los del Himalaya Sur han retrocedido, pero menos de lo que se esperaba. La montaña no sólo es atractiva, sino que en ocasiones es difícil de prever y oculta con timidez algunas de las razones de los fenómenos naturales que en ella se producen. Todavía queda mucho, muchísimo por saber y descubrir a cerca de este medio tan duro como atrayente.


No pudo ser, mañana lo intentarán otra vez

Texto: Igone Mariezkurrena (CB Nanga Parbat)

15/02/2016

No pudo ser. Un nuevo giro de meteo, uno de esos que tanto tememos, ha traído nubes y vientos obligando a los cuatro escaladores a descender del C1. El Nanga nos vuelve a recordar que estamos en invierno. Mañana lo intentarán otra vez.

Serían cerca de las 14:00 cuando ayer alcanzaban el C1 (4.800m). Pasaron algo menos de una hora arreglando los desperfectos que presentaba la tienda tras la última avalancha, y algo más de tiempo para poner un poco de orden en el interior. Y es que, aunque todavía nos cuesta creerlo, algún o algunos animales –muy probablemente zorros– han alterado todo y se han llevado+comido más de 5 kilos de comida. Ha desaparecido todo, incluso la bolsa: queso, jamón, polenta, Tang, azúcar, galletas, chocolate, barras energéticas… no han dejado nada, salvo las latas de conservas y la comida liofilizada.

El programa para el día de ayer era prudente y consistía en abrir huella hasta el comienzo del couloir y después volver al C1 (4.800m) donde pasarían la noche para al día siguiente –es decir, hoy– seguir avanzando hasta el C2. Pero según terminaron de poner la tienda en condiciones, los nubarrones que llevaban amenazando toda la mañana se cerraron aún más y se levantó un viento francamente fuerte y desagradable que imposibilitaba trabajar mucho más arriba. Esperaron un tiempo, hasta que la llamada de Lunger a su hombre del tiempo –Karl Gabl– vino a confirmar la peor de las sospechas: un nuevo giro de meteo –inesperado– iba a traer nubes y viento para dos días. De modo que la idea de pasar noche en el C1 había dejado de tener sentido porque el día de hoy ya no iba a ser practicable. Así que hacia las 17:00 de la tarde llegaron de nuevo al Campo Base.

Tal y como se esperaba, la jornada de hoy no ha dado opción a tirar para arriba. Pero hemos tratado de darle sentido y sacarle jugo tirando para abajo. El propio Alex Txikon, el asistente de cocina Zia, el agente de policía Muhammad Nabi y yo misma –Igone, encargada de las labores de comunicación–, hemos descendido hasta la aldea Cutgali (3.800m, a unas 2 horas del CB) cargando a las espaldas y sobre los trineos basuras acumuladas y bombonas de gas vacías. Se trata sobre todo de mantenerse activos y, de paso, adelantar algo de trabajo de cara al término de la expedición.

Las familias que habitan el valle de Diamir pasan los meses de Junio y Julio en sus casas de Cutgali. El lugar es ciertamente maravilloso cubierto por la nieve, y debe ser aún más hermoso al calor del verano, cuando los riachuelos traen agua fresca, cuando las flores lo cubren todo y el ganado tiene pasto a su antojo.

Tras depositar las bolsas de residuos y las bombonas de gas vacías en la casa perteneciente a la familia de Zia, hemos encendido un pequeño fuego para secarnos el sudor antes de emprender la vuelta hacia el CB (4.200m).

Txikon, Sadpara, Moro y Lunger ya tienen acordado el plan para mañana: partirán a las 5:00 de la mañana para abrir huella hasta donde puedan. Si la suerte les acompaña y el tiempo les da por fin una pequeña oportunidad, dormirán en el C1 (4.800m) para seguir trabajando pasado mañana. ¡A ver!


El arte de vivir –o sobrevivir– en un Campo Base invernal

Texto: Igone Mariezkurrena (CB Nanga Parbat)

11/02/2016

… Y mientras tanto… toca pasar muchas horas y combatir el hastío en el Campo Base, lo cuál, créanme, también requiere de cierto arte e ingenio.

Esto es, en resumidas cuentas, un mini-núcleo francamente aislado y completamente autónomo en consecuencia, en el que convivimos, como si de una mini-sociedad se tratase, gentes de diferentes procedencias, diferentes culturas y creencias, diferentes sexos, diversas personalidades, gustos, costumbres, manías… diferentes cometidos y objetivos también, por lo que terminamos adquiriendo y aceptando diferentes roles, diferentes personajes.

Por supuesto, dependiendo del presupuesto con el que cuenta una expedición, existen varias maneras de venirse al Nanga Parbat invernal. Quien tenga la suerte de contar con un gran sponsor, podrá ordenar comida, queroseno y gas sin límites; su estancia aquí será más cálida y despreocupada, sin duda.

Pero no es el caso. Nuestro contrato con la agencia K2Pakistan incluye servicios limitados y previamente acordados (servicios impecables, por cierto) para 50 días (ya llevamos más de 40); así que también aquí nos apretamos el cinturón para poder ir gastando lo mínimo y ahorrar lo máximo.

Aquí van algunos detalles que pueden ayudar a comprender cómo transcurre nuestra vida aquí, a miles de kilómetros de nuestros hogares.

TIENDA COMEDOR Y COCINA, DOS EN UNO

Por ejemplo, un primer detalle importante es retirar toda la nieve del terreno sobre el que montar las tiendas que conforman el Campo Base, no vivir sobre nieve sino sobre tierra, por así decirlo, y después, dentro, forrar el suelo con grandes piezas de espuma aislante. Otro truco clave para poder optimizar al máximo el calor es levantar la tienda-cocina y la tienda-comedor como si de una sola estancia se tratase; bien pegadas para que el calor proveniente de los pequeños fogones de queroseno caldee la estancia en la que desayunamos/comemos/cenamos y pasamos la mayor parte del tiempo viendo alguna película, leyendo, escuchando música, charlando o encargándonos de las labores de comunicación –como es el caso de una servidora–.

Al mando de la cocina tenemos a Moshin Sadi (Golapur, 1976) quien ya estuviera con nosotros el año pasado en este mismo campamento, una especie de McGiver pakistaní capaz de reparar generadores, idear nuevas formas de iluminación e incluso masajear contracturas al margen, por supuesto, de elaborar infinidad de recetas diferentes a partir de los mismos ingredientes irremediablemente congelados; kilos de arroz y lentejas, también pasta, huevos, harina, alguna verdura, diversas especias locales que desconocemos y la carne de la cabra que mataron aquí mirando hacia La Meca conforman la base de nuestra dieta, aunque también hemos traído cargamento de casa (¡¡¡Gracias Isabel, Garoa Gaztak, Patés Katealde, Carnicería Alejandro Goya y Grefusa!!!).

Esta es la quinta expedición invernal para Moshin, hombre experimentado donde los haya que acumula ya más de 14 expediciones estivales y más de 30 salidas con grupos de trekking. Como asistente de cocina, mano derecha de Moshin, nos acompaña Zia Hayat Meer (Diamor, 1995 –no lo sabe con exactitud–) quien lleva unos cinco años trabajando en diferentes hoteles de Islamabad, Carachi y Lahore.

Entre los dos llevan un control exhaustivo de los víveres y los niveles de queroseno (para la cocina) y gasolina (para el generador) de los que disponemos. Siempre conviene racanear y guardar de más por si la nieve colapsa el camino y los porteadores no pueden llegar aquí a reponer existencias.

TIENDAS PERSONALES

A parte de la estancia común, contamos también con tiendas personales para los ratos que preferimos pasar a solas, y para las noches claro. El generador se apaga a eso de las 20:00, momento a partir del cuál nos quedamos sin luz, así que para las 21:00 normalmente nos retiramos a dormir. El desayuno no lo tomamos hasta pasadas las 9:00 de la mañana, porque el sol no calienta hasta las 10:30 así que es preferible aprovechar al máximo el calor generado dentro de la tienda. Cuanto más pequeñita, más incómoda pero también más cálida. Hemos aprendido que recubriéndola por dentro con esterillas conseguimos aislarla aún más manteniendo el calor y evitamos además que la escarcha nos caiga encima.

En cualquier caso, para hacer más llevaderas las gélidas noches, contamos con tres fieles aliados: un buen saco para Campo Base, la bolsa de agua caliente para los pies y el denominado ‘pee bottle’ –imprescindible– que nos permite orinar sin tener que salir a la intemperie. Durante el día, en cambio, en cuanto el sol se deja ver, nos apresuramos a abrir las cremalleras para airear las tiendas y los sacos de dormir humedecidos por la escarcha.

El apartado referente a la higiene/duchas etc… casi es mejor obviarlo por prácticamente inexistente. Esta vez no contamos con tienda-baño, así que cada uno de nosotros busca en los alrededores un lugar en el que a punta de pala abrir un hueco que haga las veces de inodoro. Para una ducha ‘full-body’ que decimos aquí, hace falta derretir varios litros de nieve, de modo que lo consideramos un lujo (relativo, porque el frío que se pasa no tiene nombre) del que hemos disfrutado en una sola ocasión desde el comienzo de la expedición. Lavarse la cabeza más a menudo sí que es posible, una vez descongelado el champú y siempre y cuando el fuego de la cocina esté encendido para poder correr a secarse el pelo, unos segundos bastan para que se endurezca y se congele.

PANELES SOLARES Y GESTIÓN DE RESIDUOS

Ahora contamos con más horas de sol que cuando llegamos a finales de Diciembre; entonces apenas nos acompañaba durante dos horas y media, ahora casi son cinco al día. Ello nos permite obtener energía a partir de los paneles solares, energía que, al igual que la proveniente del generador, va a parar a un transformador con el que cargamos ordenadores, móviles, cámaras… y demás aparatos electrónicos.

Por otro lado, también tratamos de disminuir el impacto que generamos en este entorno separando los deshechos que producimos, aunque no negaremos que se trata de una lucha un tanto frustrante tratar de concienciar mínimamente a los pakistanís que nos acompañan. Hemos acondicionado un gran agujero bajo una rejilla donde arrojamos los residuos orgánicos de los que, por cierto, los zorros se alimentan de noche.

Separamos pilas así como bombonas de gas, y los papeles y cartones los quemamos para reducir el volumen de los deshechos que habrá que bajar al término de la expedición. No es lo ideal, pero supone un avance respecto a lo que se viene practicando en este país.

Ni el frío, ni las incomodidades, ni las añoranzas harán desistir mientras el Campo Base siga albergando grandes dosis de amistad, solidaridad y ‘buen rollo’ en general. Nos lo decía Simone Moro el otro día: “las expediciones invernales son más un juego psicológico que un mero reto físico”.


Fuerte viento y numerosas avalanchas: seguimos sin grandes novedades

Texto: Igone Mariezkurrena (CB Nanga Parbat)

10/02/2016

Llevamos unos cinco días sin apenas comunicar desde este CB, y lo cierto es que seguimos sin grandes novedades.

De los nueve escaladores que a principio de temporada se trasladaron a esta vertiente Diamir del Nanga Parbat (8.126m) sólo Alex Txikon, Ali ‘Sadpara’, Simone Moro y Tamara Lunger persisten en su intento, dos cordadas ahora fusionadas en un mismo equipo que, muy a su pesar, sigue a la espera de una mejora estable del tiempo para lanzar el ataque a cumbre. En realidad, dado que llevan más de dos semanas sin poder superar los 5.100m, les hace falta una ‘miniventana’ que les permita volver a alcanzar el C2 o C3 y pasar una noche en altura para recuperar ese punto de aclimatación perdido; después, sí que sí, aprovecharían la primera ventana más prolongada para partir de nuevo desde CB esta vez con la cima en mente.

Sin embargo, tales circunstancias siguen sin producirse. El tiempo nos tiene ciertamente confundidos. Si bien es cierto que el frío no es tan extremo como el año pasado (aunque las temperaturas en este CB a 4.200m descienden fácilmente hasta los –15ºC cada anochecer, también hasta los –20ºC o incluso –25ºC en alguna ocasión), estos días atrás un Jet Stream con vientos del suroeste que apenas se ha dejado notar aquí abajo ha soplado con fuerza en altura.

Cuando no es el viento, es la nieve la que frena a los cuatro escaladores. El pasado 29 de Enero un desprendimiento de placa daba un susto afortunadamente sin consecuencias a Txikon muy cerca del CB. El 5 de Febrero ya informamos que ‘Sadpara’ y Moro se acercaron al C1 a comprobar el estado de la tienda tras la enorme avalancha que de víspera había barrido la ruta Messner (aquella vez encontraron el campamento en perfectas condiciones). Y hace dos días –8 de Febrero– durante otra de estas salidas rutinarias al C1 (4.800m) con objeto de mantener huella y forma física, los cuatro alpinistas pudieron observar de cerca cómo otro alud de placa había arrastrado toneladas de nieve y hielo desde los 5.150m (más o menos desde el comienzo del couloir que va hasta la base del Muro Kinshofer) hasta prácticamente los 4.700m, alterando por completo parte de su ruta. Este mismo día –8 de Febrero– encontraron la tienda del C1 (4.800m) enterrada bajo la nieve, probablemente como consecuencia de otra de las numerosísimas avalanchas de las que estamos siendo testigos estos días. Tras retirar la nieve, devolver las varillas a su ser y coser alguno de los agujeros que presentaba la cubierta de la tienda, emprendieron el camino de regreso al CB; y justo cuando completaban los últimos metros del glaciar, una enorme masa de hielo cayó desde lo alto de los Mazenos, desde su extremo más próximo al trapecio cimero del Nanga “¡Uuuuaaaaauuuuuhhhh, esta sí que se come el C1…!”. Con un poco de suerte sólo fue polvo de nieve lo que llegó al C1 –lo desconocemos–, pero la visión fue verdaderamente sobrecogedora y la onda expansiva llegó nuevamente hasta el CB azotando y cubriendo de nieve todo a su paso –también a los propios escaladores que no dudaron en recoger la escena con sus cámaras–.

Estas salidas rutinarias de las que hablaba –a veces a turnos, a veces en grupo– hasta el C1 (4.800m) son la mejor opción, si no la única, que les queda a Txikon, ‘Sadpara’, Moro y Lunger para mantenerse activos a la espera de que el Nanga les abra nuevamente sus puertas. De esta manera evitan perder musculatura y mantienen la huella abierta en el tramo de ruta más llano y, por tanto, más propenso a grandes acumulaciones de nieve. El alpinismo –especialmente el invernal– tiene, desde luego, mucho que ver con saber esperar pacientemente y no querer forzar situaciones que pueden volverse en contra, como trampas sin salida. Los cuatro confían en que la ansiada oportunidad llegará…


Txikon, ‘Sadpara’, Moro y Lunger retrasan al menos hasta la madrugada del 7 –domingo–, la rotación que preveían emprender hoy

Texto: Igone Mariezkurrena (CB Nanga Parbat)

05/02/2016

Parece que la breve ventana que esperaban se abriese hoy se va a hacer esperar unas horas más. Están siendo días medianamente agradables aquí en el Campo Base (algunos más soleados que otros, también varía la temperatura), pero a diario escuchamos y observamos frustrados que el viento sopla muy fuerte allí arriba, abortando cualquier intento por encima del C1 (4.800m).

De modo que, estas jornadas atrás, a los cuatro escaladores –Txikon y ‘Sadpara’, y Moro y Lunger– no les ha quedado más opción que turnarse glaciar arriba y abajo para mantener la huella y, lo que es igualmente importante, evitar perder musculatura y forma física.

Hoy ha sido el turno de Ali ‘Sadpara’ y Simone Moro. Tras ser testigos ayer de cómo una enorme avalancha barría la ruta Messner cuya onda expansiva llegaba hasta el mismo Campo Base, hoy han querido acercarse hasta el C1 (4.800m) para chequear el estado de la tienda que podía haberse visto afectada. Afortunadamente, aunque el alud ha violentado un poco las fijaciones, la tienda se encuentra en perfectas condiciones. Han continuado un poco más arriba, hasta los 5.200m aprox., y han comprobado que las condiciones del terreno, hasta las primeras palas heladas –hasta las primeras cuerdas fijas–, son francamente buenas –nieve dura y poco profunda–.

Ya por la tarde, a su regreso, Txikon, ‘Sadpara’, Moro y Lunger se han vuelto a reunir para analizar lo que cuentan las previsiones meteorológicas y trazar así una posible estrategia para los próximos días.

Parece, aunque en el Nanga Parbat hemos aprendido a ser más que precavidos y a hablar con muchas reservas porque todo puede cambiar de la noche a la mañana, que los días 7, 8 y quizás también el 9 de Febrero serán hábiles para una nueva rotación que, sin embargo, difícilmente podrá dar margen para avanzar mucho más allá del C3 (6.700m). En cualquier caso, servirá para que los cuatro escaladores recuperen ese punto de aclimatación que probablemente han perdido tras más de 12 días sin poder superar los 5.100m. El objetivo es moverse en la medida de lo posible.


Breve tregua por parte del viento que Txikon, ‘Sadpara’, Moro y Lunger aprovechan para reabrir huella hasta los 5.100m de la Kinshofer

Texto: Igone Mariezkurrena (CB Nanga Parbat)

01/02/2016

En efecto, tal y como adelantara la propia Tamara Lunger hace ya algunos días a través de su cuenta de Facebook, la cordada liderada por Simone Moro se une a Alex Txikon y Ali ‘Sadpara’ en la ruta Kinshofer.

Los dos italianos dan por clausurado su intento por la ruta Messner-Eisendle debido a las malas condiciones que presenta –“el serac a punto de caer y las grietas que se abren cada vez más”–. Lunger afirmaba también ser consciente de que “la mayor parte del trabajo de fijación de cuerdas está ya hecho”, y confesaba les sabe mal “no haber participado en ello”. Sin embargo, las ganas y la motivación que comparten ha hecho posible el acuerdo.

A partir de ahora, por tanto, unen fuerzas en una misma dirección para la que hoy han dado un primer paso conjunto: El viento, aunque sigue siendo fuerte en los campos de altura, ha dado una pequeña tregua por debajo de los 5.500m, gracias a la cuál los cuatro escaladores han podido reabrir huella hasta su C1 (4.800m) y avanzar más allá hasta los 5.100m (a la altura del C1 de la expedición invernal de 2015).

Txikon y ‘Sadpara’ han encontrado el terreno francamente diferente a cómo estaba cuando descendieron desde el C2 allá por el 24 de Enero: grandes trozos de hielo han caído desde los serac que custodian parte de la ruta, donde también han podido comprobar que alguna de las grietas se ha abierto notablemente. El fuerte viento de estos días ha acumulado cantidades considerables de nieve en las primeras palas al otro lado del glaciar, por lo que han ido avanzando con cautela y siempre pendientes de posibles desprendimientos.

Tras reforzar con cuerdas la fijación de la tienda, Moro y Lunger han depositado en este C1 diverso material personal que necesitarán para escalar hacia campos superiores, y también una tienda para cuatro personas que montarán en el C3 (6.700m), donde Txikon y ‘Sadpara’ ya dejaron cuerdas, material de escalada, comida y gas. Para ello, sin embargo, hará falta esperar unos cuantos días más, las previsiones meteorológicas no son muy halagüeñas.

Por otro lado, conviene aclarar lo que ya venía siendo evidente hace tiempo: La colaboración entre Alex Txikon y el italiano Daniele Nardi se ha vuelto imposible debido a manifiestos y constantes desacuerdos respecto al modo de afrontar esta expedición –diferentes ritmos de trabajo o prioridades, interpretaciones enfrentadas de algunos acontecimientos, y desacuerdos también en cuanto al comportamiento en Campo Base–.