Ali ‘Saltoro’: “Si las cosas cambiaran, muchas más familias podrían vivir del turismo en Pakistán”

Texto: Igone Mariezkurrena (Islamabad)

Ali Muhammad ‘Saltoro’ (Saltoro, 1975) es uno de nuestros amigos de confianza en Islamabad. Desde 1999 forma parte del APC (Alpine Club of Pakistan), es miembro activo de la Federación de Montaña de Baltistan, y también está involucrado en la Asociación de Agencias de Turismo de Pakistán. Hace ya más de 20 años que trabaja como guía freelance para aquellos que se acercan a su país en busca de montaña y aventura, y en 2013 puso en marcha su propia agencia: Alpine Adventure Guide.

Precisamente en invierno de 2013, después del ataque del 23 de Junio –11 escaladores extranjeros murieron tiroteados en el Campo Base de Nanga Parbat–, cuando todos descartaban Pakistán como destino y cuando ni siquiera los mandatarios locales se atrevían a emitir permisos, fue Ali ‘Saltoro’ –a petición de Daniele Nardi– quien, tras presionar al Gobierno y negociar, logró abrir el valle que había permanecido cerrado más de seis meses. Quizás, quién sabe, de no ser por su labor, la vertiente Diamir seguiría aún bloqueada, como ocurre con algunas zonas militarizadas del país. Hemos charlado con él sobre las luces y sombras del turismo en Pakistán.

¿Qué tal le va al sector?

Desde que ocurrió aquello en el CB del Nanga Parbat en 2013, ha costado arrancar, pero parece que vamos remontando poco a poco y el panorama mejora. Los medios de comunicación europeos y estadounidenses se empeñan en difundir una imagen falsa y negativa de nuestro país; nos tienen por violentos y peligrosos, como si tuviéramos a los occidentales en el punto de mira. Así las cosas, es comprensible que allí nos tengan miedo. De todas formas, este invierno acuden cinco expediciones al Nanga, es muy buena señal. Y los grupos de trekking en verano son muchos más. Si no fuese un país seguro, el Gobierno no tramitaría visados ni permisos de escalada.

¿Cuál es tu teoría sobre lo que ocurrió aquel 23 de Junio?

Puedo asegurarte al 100% que no fueron talibanes los que perpetraron el ataque. Era invierno, la senda de acceso al CB estaba cubierta por la nieve, la frontera de Afganistán está a 200 kilómetros de Gilgit Baltistán… ¿¡Cómo iban a llegar allí arriba!? La masacre se produjo a raíz de una trifulca iniciada entre locales y el stuff pakistaní de una de las expediciones. Pero cuando algo así sucede en nuestro país, los periodistas internacionales enseguida optan por titulares recurrentes que encajan con el mensaje dominante, sin cuestionarse nada más allá. Y nuestro Gobierno no ejerce ningún tipo de control ni presión para que aquello que se cuenta en el extranjero se ciña, o al menos se acerque un poco más, a la verdad. Nuestros vecinos Nepal e India, por ejemplo, cuidan mucho más este aspecto.

Ataques como el de París tampoco ayudan…

Claro que no, porque alimenta la tesis de quienes defienden que el islam es sinónimo de violencia y terror. Cada vez que ocurre algo parecido, disminuye el número de turistas que nos visita. Pero conviene recordar que esos ataques también son ataques contra nosotros los musulmanes. El que viene aquí una vez sabe de sobra que somos gente amable, musulmanes de verdad, pacifistas y pacíficos, generosos, y que estamos deseosos de recibir más visitantes.

En cualquier caso, últimamente se multiplican las agencias.

Seremos unas 60 en total, no muchas frente a las más de 200 de India y Nepal. Algunos vienen a practicar el alpinismo, otros buscan trekking, hay quien prefiere el turismo cultural, el paisajístico, también recibimos expediciones científicas… ¡Tenemos que responder y prestar servicio a todos! ¡Y tenemos mucho para mostrarles! En Pakistán todavía queda mucho por explorar, mucho por descubrir. Nuestro valle –en el extremo oriental del Karakorum, en la frontera con India–, por ejemplo, lo cerraron a los extranjeros en 1984, cuando comenzó la guerra de Cachemira, y todavía permanece igual a pesar de que la guerra, al menos de manera formal, ya ha terminado. ¡Cuántos sietemiles vírgenes, cuántas aldeas jamás visitadas por forasteros…!

Las continuas tensiones entre India y Pakistán os han perjudicado mucho, ¿verdad?

Muchísimo, probablemente más que los talibanes. Parece que las relaciones se han estabilizado un poco, pero las zonas fronterizas siguen totalmente militarizadas y muchas aún permanecen cerradas. Si esto y otras muchas cosas cambiaran, más familias podrían vivir del turismo en Pakistán.

¿Cuáles son las cifras?

En la región de Gilgit Baltistán, el 70% de la economía depende del turismo; en estas zonas de montaña no hay industria ni ninguna otra opción más que bajar a Islamabad, Lahore o Carachi. De modo que… ¿¡Cómo no va a ser gente amigable?! ¿¡Cómo no van a cuidar a los montañeros que les dan de comer?! A pesar de ser un sector tan crucial para la economía, los que nos movemos en esto y queremos impulsar el turismo en Pakistán tenemos que hacer frente a muchísimos problemas, siempre solos, sin apoyo de nadie y peleando contra muchos.

¿A qué te refieres cuando dices que peleáis “solos contra muchos”?

Pues mira: Por un lado, para India y Nepal somos competencia directa en términos turísticos, así que, además de los medios europeos y estadounidenses, también éstos se encargan de difundir mensajes negativos en relación a Pakistán. Por otro lado, el Departamenteo de Turismo del Gobierno parece dormido, no nos promocionan, prefieren meterse en negocios más sencillos; deberían proporcionar más facilidades administrativas y burocráticas como incentivo, y también mejorar mucho en el tema de los rescates, porque los helicópteros destinados a estas misiones son siempre militares. También el ACP (Alpine Club of Pakistán) debería tener algo que decir y hacer en esto, pero se gasta las pocas ayudas públicas que recibe en organizar reuniones estériles. Espero que la cosa cambie en cuanto elijamos a nuestro nuevo presidente.

Hemos cambiado el euro en 110 rupias esta vez. El año pasado estaba a unas 130-135 rupias. Parece que la economía crece.

Sí, eso es lo que indican los números. Pero luego, incluso en las casas más lujosas de los barrios más ricos de Islamabad, verás que las familias pasan el invierno sin gas y a la luz de las velas. Aquí tenemos políticos ricos y un Gobierno pobres. Cada cinco años un nuevo equipo llega al poder y empieza todo desde cero, nunca dan continuidad a ningún proyecto emprendido por el anterior gabinete, aunque ya se haya invertido el 50% del presupuesto. Sin embargo, los ciudadanos no se rebelan, están dormidos.

También llama la atención la enorme cantidad de restaurantes y negocios chinos en la capital.

Sí, empezaron a llegar hace 18 años, y cada vez son más. Restaurantes, zapatos, motos… son sus sectores. Fabrican mucho más barato, pero de mala calidad; me imagino que sucede lo mismo con ellos en otros países del mundo.


Ascendido el Incahuasi (6.638m), listos para el reto en Pakistán

Como ya explicamos antes de nuestra partida hacia los Andes, el objetivo de este viaje a Argentina era lograr la aclimatación suficiente como para volar a Pakistán con la condición física óptima que nos permita empezar a trabajar en altura inmediatamente después de establecer nuestro Campo Base en el Nanga Parbat; sin demoras.

Han sido dos semanas fatigosas, librando una larga batalla contra la conocida ‘Puna’ de esta zona andina, al noroeste del país. Se trata de una confluencia de factores (casi nula humedad, altura, viento y altas cantidades de silicio en la superficie que al recibir la radiación solar se caliente como si de una chapa se tratase haciendo que el oxígeno ascienda) que provoca fuertes dolores de cabeza e incluso problemas en los pulmones especialmente por la noche, cuando las corrientes procedente del pacífico arrastran grandes cantidades de humedad de golpe.

Tras el repunte en el pico San Francisco (6.016m), apenas un par de días después, arrancábamos hacia el Incahuasi (6.638m), montaña sagrada de los incas. Una primera noche a unos 4.500m, debajo de los ‘volcancitos’ hermanos del Incahuasi; segunda noche a 5.550m (C1); y salida hacia cumbre a eso de las 04:30. Sobrecogedora la noche andina y la lluvia de estrellas que nos brindó. El tiempo se portó mejor que bien y en unas seis horas pudimos coronar una de las cimas más emblemáticas de la zona, no sin esfuerzo: la primera canal de unos 45 grados de inclinación y 600m de desnivel, y el posterior gran plató previo a las últimas rampas no se dejan superar fácilmente.

En Pakistán, nuestro Campo3 del Nanga Parbat (8.126m) se sitúa a unos 6.700m de altura, prácticamente la misma cota alcanzada en los Andes, así que, como habíamos planeado, ya estamos listos para viajar a Pakistán y emprender la primera incursión en cuanto sea posible. El martes día 22 de Diciembre partiremos del aeropuerto de Bilbao. El gran reto nos espera, nos sobran ganas e ilusión.


Seguimos aclimatando en el Falso Moracho (4.500m)

Martes 8 de Diciembre, segunda jornada en La Cordillera.

Pasamos la noche nuevamente en Cortaderas (3.300m), madrugamos y desayunamos hacia las 06:00 para así evitar exponernos al sol durante las horas centrales del día.

Ascendemos por carretera hasta la aduana argentina (4.050m) y desde allí cogemos el sendero que nos llevará a lo alto del Falso Moracho (4.500), hermano pequeño del alejadísimo Moracho (+5.000m). No deja de sorprendernos lo inhóspito del lugar, el paisaje es ciertamente árido: apenas crece flora en la continuación argentina del desierto chileno de Atacama; y sólo las vicuñas y guanacos, algún reptil, pequeños roedores y grandes depredadores como el cóndor y el puma dan vida al vasto entorno volcánico. El terreno es arenoso y nos hundimos, simulando así las largas marchas sobre nieve que nos esperan en Pakistán. El viento no cesa, lo cual baja aún más la presión, la humedad apenas llega al 8% y el sol abrasa en altura. Han bastado dos días para darnos cuenta de que aquí el proceso de aclimatación será más largo y complicado que en nuestras latitudes.

El alto hito en la cumbre nos permite resguardarnos de las ráfagas de más de 50km/h y disfrutar de un pequeño almuerzo junto al grupo de amigos que nos acompaña en este viaje. Un verdadero lujo. Emprendemos el descenso esta vez en dirección suroeste, hacia el inmenso salar custodiado por los volcanes Incahuasi (6.638m) y San Francisco (6.016m). Al final de la caminata, bello regalo para nuestros ojos: un lago de aguas verdosas lleno de flamencos que han volado hasta estas tierras para aparearse. Cinco horas en total de travesía entre los 4.000 y 4.500 metros de altura; actividad perfecta para, sin demasiado desgaste, ejercitar la máquina.

De vuelta por el sendero, regresamos al punto de partida; en la aduana argentina nos espera nuestro amigo Mauricio con una sorpresa: ¡Vénganse a comer un buen asado de campo! Es el día de la Virgen Del Valle, muy venerada en esta zona y en honor a la cuál los lugareños matan y asan una llama cada 8 de Diciembre. Es una jornada primeramente dedicada a marcar el ganado y festejada con una gran comida de la que pudimos disfrutar en excelente compañía. Proteína pura.

 


Cumbre en el Volcán San Francisco (6.016m)

Miércoles 9 de Diciembre. Tras hacer noche en el refugio de Las Grutas (4.040m) junto a la aduana argentina, consideramos que debemos comenzar a concentrarnos en el que será nuestro primer seismil en este viaje a Los Andes argentinos.

Pero una nueva invitación por parte de nuestro amigo y principal contacto aquí –Mauricio– nos lleva a movernos unos 40 kilómetros hasta la zona de Chucula (4.400m), a la misma entrada al volcán homónimo de más de 5.000 metros. Mauricio y su equipo están inmersos en la esquila de las vicuñas, camélidos salvajes por cuya lana marcas como Louis Vuitton o Ermenegildo Zegna pagan 400 dólares el kilo. Quieren que seamos testigos de cómo llevan a cabo su labor, de lo hermosos que son estos animales, de la cantidad de fibra de vicuña que pueden obtener de una sola sesión de esquila y de cómo lo hacen todo de manera legal y bajo la supervisión de dos veterinarias.

Hacia las 12:00 del mediodía y habiendo conocido de cerca muchos de los detalles de este negocio, volvemos nuestra mirada a nuestro objetivo: el San Francisco (6.016m).

De modo que volvemos al refugio de Las Grutas (4.040m), preparamos nuestras mochilas con todo lo necesario para un par de días y ascendemos por carretera hasta El Paso San Francisco (4.750m), verdadera frontera entre Argentina y Chile. Allí dejamos el coche y caminamos durante aproximadamente una hora y media hasta los 5.200 metros de altura donde instalamos nuestras tiendas con intención de permanecer en este campo base improvisado durante dos noches antes de ascender a cumbre. El viento es fortísimo y a pesar de que encontramos varias barreras de piedras que nos protegerán, la tarea de montar las tiendas se vuelve francamente complicada y heladora.

Pernoctamos, padeciendo algún que otro episodio de dolor de cabeza intenso, pasamos el día 10 completo también a 5.200m, hacemos una segunda noche, y el miércoles 11 de Diciembre de madrugada, hacia las 06:00, arrancamos sin necesidad de encender nuestras frontales. Las primeras dos horas y media de ascensión transcurren a lo largo de una interminable diagonal que concluye en lo alto de una canal, a unos 5.800m de altura. Desde allí, bordeamos el enorme cráter del San Francisco y una hora y media después ya estamos en lo más alto. El viento es desagradable y frío, pero unas impresionantes formaciones nubosas nos retienen y entretienen sacando alguna que otra foto. El descenso es sencillo, el piso arenoso amortigua cada paso y nos permite casi dejarnos caer.

Desmontamos el campamento y descendemos hasta el coche (4.750m) para dirigirnos al refugio de Las Grutas (4.040m) donde descansaremos durante un par de días, antes de apuntar al Incahuasi (6.638m), nuestro próximo objetivo.

 


Reencuentro con los Andes argentinos

Tras cuatro días recorriendo kilómetros, al fin nos reencontramos con los cerros que visitamos por primera vez el verano pasado; estamos en la región norteña de Catamarca, prácticamente en la frontera con Chile, en la cordillera donde se sitúan cinco de los diez picos más altos de América. Un verdadero paraíso para los amantes del montañismo, paisaje salvaje donde los haya, y el lugar elegido para nuestra fase de aclimatación de cara a la próxima Expedición Invernal al Nanga Parbat (8.126m).

Aquí donde las montañas apenas presentan dificultades técnicas y donde la primavera resulta mucho más amable que el invierno pakistaní, podremos ganar altura con facilidad y habituar nuestros organismos a trabajar por encima de los 6.000 metros, evitando así alargar demasiado la posterior estancia en el Campo Base del Nanga Parbat.

Ayer lunes 7 de Diciembre, acometimos una primera etapa en esta fase de aclimatación que esperemos nos lleve a ascender el pico San Francisco (6.016m), el Incahuasi (6.638m) y el Ojos del Salado (6.893m). Por el momento, ascendimos hasta los 4.900m de altura, partiendo desde Cortaderas (a 3.300m); fueron 30 kilómetros, ocho horas caminando sobre terreno pedregoso en un ambiente árido que habitualmente lleva a acusar aún más la disminución de los niveles de oxígeno.

Lo cierto es que teníamos verdadera necesidad de mover la patas, atrofiadas tras tantas jornadas de viaje: Según aterrizamos en Buenos Aires, montamos en un autobús rumbo a Córdoba, en el centro del país (10 horas). De allí nos dirigimos hacia el norte también por carretera a Catamarca y a Fiambalá donde ofrecimos sendas conferencias organizadas por Bodega Finca Don Diego (cuyas instalaciones y viñedos pudimos visitar) y por Agrupación Montañera Cachaquíl de Catamarca y Museo de Los Seismiles de Fiambalá respectivamente. ¡Gracias a tod@s por vuestra cálida acogida!

 


El comienzo de un nuevo ciclo junto a Trangoworld

Mañana 2 de Diciembre presentaremos ante los medios la inminente ‘Expedición Invernal Nanga Parbat 2016’. Será a las 10:30 en Bilbao, y aprovecharemos la ocasión para anunciar también que me incorporo al equipo Trangoworld con enorme ilusión y muchas ganas de colaborar.

Estreno patrocinador para la invernal del Nanga Parbat: confiaré para este gran reto en las prestaciones técnicas de la gama textil TRX2 de Trangoworld así como en las de sus mochilas, tiendas y sacos. Sin duda, experiencias extremas como esta –y las futuras– servirán para seguir mejorando la línea de productos más técnica y avanzada de Trangoworld: la TRX2.

Llevan casi 90 años dedicados al mundo del outdoor, de modo que les estoy muy agradecido por haber fijado su atención en mi trayectoria himalayista y por haberme además transmitido su satisfacción ante este nuevo ciclo como embajador de su marca en el mundo.

Encantado participaré activamente en el diseño y desarrollo de nuevos modelos que den respuesta a las necesidades del alpinismo más comprometido, y testaré de buena gana los resultados que vayamos obteniendo. Sin duda, incorporarme a un equipo de gente cercana dispuesta a interactuar me genera mucha confianza, seguridad e ilusión.

Os espero en la rueda de prensa de mañana para contaros todos los detalles de nuestro inminente proyecto en el Nanga Parbat; a las 10:30 en Bilbao, en la oficina CaixaBank de la Gran Vía 38.