En la tienda comedor estábamos a 13 bajo cero, en la tienda de campaña a menos 26 grados, y dentro del iglú dormimos a -5 grados. He de decir que ha sido la mejor noche de descanso de mis 8 expediciones invernales. Según caminas desde la tienda comedor al iglú se te congelan todos los músculos, las manos se endurecen y el viento sopla de cara. Sin embargo, al entrar a los iglúes que hemos construido en el Campo Base, el ruído no se escucha, y el estruendo del viento desaparece.

Al amanecer, los sacos están completamente secos y la luz traspasa los muros de más de 20 cm de nieve compactada. Es una maravilla. Pero, sin duda, uno de los mayores descubrimientos ha sido el oxígeno que se respira dentro, la saturación es mayor en el iglú que en la tienda. Por lo tanto, el descanso es mucho mayor.

Es la técnica Luengas. ¡Gracias a Aritz y a Jagoba por enseñarnos para poder construirlos aquí, a 5.000 metros de altura!