Por los Doctores de nuestra expedición: Kepa Lizarraga y Josep Sanchis con la colaboración de IMQ.

Del viento podemos protegernos con el uso de ropa adecuada, pero es imposible evitar que el aire entre a lo más íntimo de nuestro cuerpo cada vez que respiramos. En altitudes extremas, como en las que vive el equipo de Wintertopappeal, encabezado por Álex Txikon, el aire que se respira es tremendamente frío y seco. Con una gran capacidad para agredir las mucosas respiratorias, desde las fosas nasales y garganta hasta los bronquios y alveolos pulmonares. Para reducir sus nocivos efectos se utilizan de forma preventiva complementos de ciertas vitaminas y una muy abundante hidratación, pero además, se recomienda respirar siempre a través de prendas como la bufanda o buff, que se calienta y humedece con nuestra propia respiración y, así, hace que el aire llegue más templado, húmedo y filtrado al aparato respiratorio. Una forma ancestral y sencilla de reducir el riesgo de padecer algunas enfermedades comunes.