Ahora que el mal tiempo y la nieve nos retienen en el Campo Base, queremos aprovechar para presentaros a los responsables de que nuestra estancia aquí sea notoriamente más fácil y agradable, los que, a pesar de estar a 12.000 kilómetros y nueve horas de avión de casa, nos transmiten el calor de una familia: Hassan asistente de cocina y guía, y nuestro cocinero Muhzin. Serviciales como pocos y dispuestos a prestarnos su ayuda en cualquier momento y hora, nuestra comodidad es su deber. Aunque en este frigorífico continuo semejante tarea sea más que complicada, lo cierto es que lo están consiguiendo, nos quitamos el sombrero ante su buen hacer. A menudo pensamos que lo de estos héroes del Campo Base tiene mucho más mérito que subir al C3. Por cierto, parece que tampoco ellos tienen quejas hacia nosotros –¡Cómo nos iban a decir lo contrario!–, afirman que somos más llevaderos que los coreanos y los chinos… no está mal.

Hassan

Hassan tiene 22 años y vive con su esposa Maryam de 16 años en Shigar Tissart (distrito Skardu). En estos pueblos es habitual que las niñas se casen a la edad de 13-14-15 años y tengan a su primer hijo a los pocos meses. Hassan y Maryam llevan un año casados y tienen dos gemelos de 5 meses. El de Hassan es un caso bastarte particular, pocas veces hemos tenido en el staff a un universitario. Es licenciado en ciencias económicas (Gilgit International University) y ahora, en Marzo, va a seguir con su máster en Filología Inglesa. Según nos cuenta, empezó a trabajar con grupos de trekking y expediciones en 2004 (¡Cuando solo contaba con 12 años!), siempre como asistente de cocina, y todo el dinero que ha ganado durante este tiempo lo ha destinado a pagar sus estudios. La agencia le paga unas 1.200 rupias por día (10,25€), pero esta es su primera experiencia invernal y sabe que cobrará algo más. Asiste a Muhzin (cocinero) sin descanso: friega las sartenes, pucheros y cubiertos, se encarga de que el bidón de nieve para derretir esté siempre lleno, sirve en la tienda-comedor, después lo recoge todo… habrá perdido ya cerca de siete kilos de peso, es bastante poquita cosa, pero un máquina. Aunque el frío y las escasas horas de sueño se le hacen durillas, dice estar contento: “Eso sí, lavar los platos con agua helada es fatal. Tengo las manos hinchadas, sucias, me va a dar vergüenza volver así a la universidad”, confiesa.

Muhzin

Nuestro cocinero, Muhzin, tiene 39 años y él también reside en Shigar con su esposa Salam, doce años más joven que él; “en Shigar Gulapor” –detalla–. Tienen un hijo de nueve años, pero siempre recuerda que tuvieron y perdieron otro dos que enfermaron y murieron nueve meses más tarde de nacer. Era jovencísimo cuando se estrenó en esto de la cocina, tuvo como profesor a Mr. Gulam Heather en Khapulu, pero enseguida buscó suerte en diferentes hoteles y restaurantes de Islamabad y Lahore. Más tarde, en 2000, comenzó a dedicarse a los fogones de altura. Desde entonces, asegura haber trabajado para más de 100 grupos de trekking y expediciones, ganando unas 1.000 rupias (8,55€) por día en verano y primavera, y unas 1.500 rupias (12,80€) en invierno. Pese a las difíciles condiciones, lo vemos actuar con soltura y resolución, no en vano, esta es su tercera vez en invierno: “Me gusta mi trabajo, pero es duro encontrarse todo congelado día tras día; verduras, huevos, carne… todo”. Qué merito, y qué cantidad de imaginación; es increíble lo rico y variado que puede llegar a cocinar con tan pocos recursos y tan penosas condiciones. Hablando de planes de futuro, dice querer reunir algo más de dinero y comprarse un tractor para poder trabajar su tierra y vivir de lo que esta le dé. Sin embargo, a corto plazo, solo sueña con el día en que regrese a casa de vuelta de esta expedición y pueda “dormir durante días y recibir masajes” de su mujer. “Aquí algunos días nos acostamos a las 00:00 y nos volvemos a levantar a las 03:00 si coincide que los escaladores se dirigen de nuevo a la montaña”. También espera poder llevar algún día a su familia a la ciudad de Mashhad (provincia de Khorasan en Iran), destino de peregrinación más asequible que La Meca para los pakistaníes.