Partiendo desde Cutgali, el 25 de Enero y bajo una nevada importante, llegamos ya al campo base del Nanga Parbat. Lo cierto es que vinimos un poco flojitos, apenas habíamos comido nada desde que salimos de Chilaas, el estómago no deja de dar guerra. Pero nos esperaba un día duro: tocaba coger las palas y abrir pasillos y hueco en la nieve para montar las tiendas, así como la cocina y el comedor para después reorganizar todo lo que contenían los bidones y petates que los porteadores habían dejado apilados. Poco a poco, sin dejar de batallar contra el frío, logramos poner un poco de orden en lo que será nuestro hogar los siguientes dos meses. Un poco de arroz blanco para cenar… y al saco, a descansar. El termómetro marcaba –15ºC y no paraba de nevar, tanto es así que esta mañana (26 de Enero) hemos amanecido con una capa de nieve de al menos un metro. El día de hoy, todavía nublado, ha servido para seguir afinando todo en el campo base: refijar las tiendas, poner a punto el aislamiento y la luz en la tienda comedor, montar un pequeño ‘txoko’ para los ordenadores, baterías etc. y acordar el planing para mañana (martes, 27 de Enero). Las nubes no nos han dejado contemplar el Nanga Parbat con claridad todavía, a priori diría que se ve bastante pelado, con mucho hielo, así que hemos decidido que mañana nos acercaremos hacia el Campo I para ir abriendo huella y ver más de cerca cómo está el terreno. Lo haremos sin carga; pasado mañana volveremos para ir depositando cuerdas y demás material. Tengo buenas sensaciones, el grupo está unido y creo que nos entenderemos a la perfección.