El equipo de la expedición Road to Himalayas que estos días recorre por carretera el trayecto desde España a Nepal, ha cumplido uno de sus principales objetivos: esta mañana Félix Criado, Íñigo Gutiérrez, Paqui Vicedo e Iker Mediavilla han entregado 100 paneles solares conectados a bombillas de bajo consumo y 10 hornos solares, que se distribuirán entre las familias de Askole, en Baltistán. Los paneles han sido donados por la Fundación EKI y los hornos, fabricados y probados por alumnos de secundaria del Instituto Público de Arrasate/Mondragón, con la colaboración del Ente Vasco de la Energía (EVE). Toda la operación ha sido coordinada por el proyecto AWARE, que además ha formado en el uso de estos materiales a la persona que se ha hecho cargo de ellos: Muhammad Ali, el profesor de la escuela de Askole, que ahora deberá regresar a su aldea a través de la peligrosa Karakorum Highway. Finalmente, los miembros del equipo no podrán llegar a Askole ellos mismos por falta de tiempo (es un viaje de más de 30 horas) y los riesgos intrínsecos de circular por esa carretera que discurre sobre precipicios en gran parte del recorrido y que, sobre todo en invierno, sufre constantes cortes por desprendimientos. De hecho, los conductores tienen apenas unos días para llegar a Katmandú, la capital de Nepal, donde se reunirán con Alex Txikon y el resto del equipo para emprender juntos el camino hacia el Ama Dablam. La ubicación del equipo en el vehículo –un Isuzu 2.5TD Twin Turbo– se puede seguir a tiempo real a través de RaceTracker, en la web de Alex Txikon.

La aldea de Askole es bien conocida por las expediciones de alpinismo y trekking, ya que es el último punto accesible en vehículo antes de adentrarse a pie en el valle y glaciar de Baltoro, en el corazón del Karakorum, donde se elevan cuatro de las catorce montañas de más de ocho mil metros de la tierra y, entre ellas, la segunda más alta y tal vez la más mítica: el K2, de 8.611 metros. Sin embargo, pese a su fama, Askole es la comunidad menos desarrollada del distrito de Shigar. Con un entorno demasiado árido para prosperar con la agricultura o el ganado, la mayoría de sus 850 habitantes solo pueden aspirar a trabajar como porteadores para las expediciones internacionales, pero carecen de formación especializada con la que aprovechar el auge del turismo de aventura. La asociación sin ánimo de lucro AWARE tiene en marcha proyectos para formar a sus habitantes, promover el turismo sostenible en la zona y mejorar la vida de la comunidad.