Un invierno más, aquí estoy, en Nepal. Por tercer año consecutivo voy a volver a intentar coronar la octava montaña más alta del planeta con 8.163 metros: el MANASLU.

Tengo los nervios a flor de piel, pero algo me dice que este año será diferente. Me siento con más fuerzas que nunca, jamás he estado tan motivado. Durante los dos inviernos anteriores he aprendido mucho de esta montaña y aquí estoy de nuevo, acompañado de un gran equipo, para lograr este sueño.

Llevo más de un mes aclimatando en el maravilloso entorno de la cordillera del Himalaya…

El pasado 24 de noviembre emprendí una nueva aventura, un nuevo treking al Campo Base del Makalu con un grupo de la Fundación Iñaki Ochoa de Olza – SOS Himalaya. Una experiencia enriquecedora a más no poder en la que he podido volver a disfrutar de la magia de este país y de su gente. Sin duda, un lugar que te atrapa desde la primera vez que pones un pie en él.

Por el camino, hemos hecho un sinfín de paradas. Kunghma y Seduwa son solo dos de los pueblos que hemos visitado, unos lugares cautivan, da igual las veces que regrese. Allí, todos y todas nos reciben siempre con una gran sonrisa; sus miradas llenas de ternura, ese brillo… Esta gente lo da todo sin esperar nada a cambio… siempre siento que estoy en deuda con ellos y ellas.

Y tras alcanzar nuestro objetivo del CB del Makalu, volvimos a Katmandú para rehacer la mochila y embarcarnos en una preciosa locura en el sentido más positivo de la palabra: alcanzar el Campo Base del Everest junto a mi amigo de Zalla Javier Lopez, que tiene parálisis cerebral. Javier… todo un ejemplo de superación. Un hombre amigo de sus amigos, siempre dispuesto a echar una mano, el tipo de compañero que todas y todos queremos a nuestro lado. Junto a él no han faltado risas y buenos momentos. ¡Imposible explicar con palabras todo lo que me ha enseñado!

Y como no podía ser de otra manera, siempre que estoy por la zona, hay algo que no puede faltar, una parada obligatoria: Lukla. Un pequeño pueblo en el que vive una de las personas que más me han enseñado en mi vida personal y profesional. Se trata de Pasang Themba, un escalador que coronó el Everest el 14 de mayo de 1980 con Martin Zabaleta. Un gran alpinista, y mejor persona. Pero durante la visita ocurrió algo que no me esperaba. Fui testigo de los problemas auditivos que Pasang padecía, por lo que, sin dudarlo, le animé a que bajase a Katmandú con nosotros para visitar a un médico.  Finalmente, le han puesto unos audífonos que le han devuelto la sonrisa y las ganas de vivir. Y nunca mejor dicho. Está tan feliz, que ha decidido acompañarme durante una semana a mi último reto del año que acabo de comenzar.

En definitiva, dos trekings repletos de vivencias, sensaciones y emociones que me han ayudado a recargar pilas, a centrarme en la montaña y también, todo hay que decirlo, a aclimatar. Y por eso, espero que a la tercera sea la vencida.

¡Deseadme suerte!

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