Temporal de nieve

Crónicas desde el Manaslu: capítulo IV

Uno de los mayores peligros a los que nos enfrentamos en las expediciones invernales es el riesgo de avalanchas. Se trata de un fenómeno difícil de predecir y tremendamente peligroso. En pocos segundos toneladas de nieve comienzan a caer ladera abajo y, si te encuentras en el lugar y momento inadecuado, puede resultar fatal. Este año en el Manaslu está nevando mucho y las avalanchas son continuas. Escuchamos unos estruendos enormes y en ocasiones sentimos las ondas expansivas que generan. La verdad, producen mucho respeto.

Para minimizar riesgos es necesario estar preparados y tomar todas las precauciones posibles. Nuestros amigos de Elur (http://www.elur-equipment.com/) y Sergio Pérez Fernández están haciendo un trabajo muy importante en este sentido y estamos continuamente en contacto con ellos. Nos ayudan muchísimo. La seguridad es primordial en cualquier expedición y tenemos que tratar de leer bien la montaña. Intentar predecir cuándo una vía es segura y cuando no. Os dejo este texto elaborado por los compañeros y las compañeras de Elur, que creo explica muy bien los peligros de la montaña:

Como ya sabemos, las actividades de montaña entrañan un importante nivel de riesgo. Esto se hace aún más presente si hablamos de montaña invernal, ya que añadimos nuevos elementos que pueden poner en peligro nuestra seguridad. Uno de los elementos más letales, y más cuando hablamos de montañas tan grandes como las que afrontamos en nuestras expediciones, son las avalanchas.

Durante la actual expedición de nuestro compañero Álex Txikon al Manaslu en este 2021-2022 el equipo se está enfrentando a la cara más dura de esta montaña, ya que han sufrido nevadas de más de 2 metros en Campo Base. Estas precipitaciones tan abundantes, unidas a que no existe una base estable de nieve en las capas más profundas, producen que estén conviviendo con un nivel 5/5 en riesgo de aludes, el más alto en la escala europea.

Como bien ha dicho Álex en muchas de sus intervenciones, el 92% de los accidentes en montaña son por causa humana, es decir, posiblemente evitables. Cuando nos movemos en terrenos con un riesgo tan alto de avalanchas, es importante seguir un método basado en contar con el equipo correcto, entrenarse y reciclarse, tener las previsiones meteorológicas, analizar la situación y realizar una correcta toma de decisiones. Como bien dice Álex, la montaña va a estar siempre ahí y en un 8.000 invernal, no existe margen de error.

Desde Elur Equipment estamos centrados en el desarrollo de nuestro dispositivo de rescate en avalanchas, pero trabajamos también en el resto de patas de este proceso, ya que si se cumple de forma metódica con los pasos de análisis y se apuesta por la opción más segura, podemos evitar muchas situaciones de alto riesgo y salvar vidas.

Además no queremos pasar la oportunidad de agradecer a Sergio Pérez Fernández su inestimable ayuda en el análisis de la situación actual en el Manaslu.

Como siempre decimos, explora tus límites, hazlo seguro.”


EVE

Crónicas desde el Manaslu: capítulo III

Es posible realizar una expedición prácticamente sostenible. Nosotros lo estamos haciendo y, la verdad, me hace estar tremendamente orgulloso. Ver cómo los aparatos eléctricos de la cocina o del resto de los domos funciona gracias a la energía solar te reconforta. Nuestra huella será mínima en este sentido. Además, hay veces que incluso nos sobra energía y la podemos compartir con otras tiendas. Es una pasada.

Hace apenas diez años esto hubiera sido imposible. Creo que puede marcar el camino a seguir de las futuras expediciones como las nuestras. Ser sostenible es factible y tenemos la obligación de transitar por ese camino. Se lo debemos a estas montañas que tanto nos han dado. Es un paso que todos y todas debemos dar.

Estar trabajando sin generadores o bombillas que funcionan a pilas es, además, muy cómodo. Que se lo pregunten a Eneko, que ya no tiene que estar mirando de reojo al gasoil para no quedarse sin luz mientras prepara el plato del día. O que hablen con Sendoa, que recarga todas sus cámaras de última generación y ordenadores con la energía generada por el sol. Diría que somos de las primeras expediciones que tienen energía 24 horas al día en el campamento base gracias a la luz solar.

Todos los aparatos eléctricos que usamos se cargan gracias a las placas que nos ha cedido Fundación Eki y a la ayuda imprescindible del Ente Vasco de la Energía, que ha aportado muchísimo para que todo esto sea posible. Gracias por vuestra ayuda. Sin duda, lo que estamos consiguiendo aquí es todo un hito y lo estamos haciendo gracias a vosotros. Eskerrik asko!


Nevada Manaslu

Crónicas desde el Manaslu: capítulo II

Ha nevado como solo aquí se suele ver. En apenas 36 horas nos hemos encontrado con más de dos metros de nieve en el campamento base. Empezó a nevar y no ha parado en tres días. Una pena, porque volvemos a la casilla de salida. Toca reorganizar el campamento base, volver a abrir huella y colocar bambús, pero éramos conscientes de que esto podía ocurrir. No queda otra que sonreír, remangarse y seguir trabajando duro.

Estábamos progresando a muy buen ritmo. De hecho, en apenas cinco días habíamos conseguido ascender prácticamente hasta el C2. Iñaki y yo nos encontrábamos subiendo material cuando la nieve empezó a caer. Decidí volver al CB esa misma noche pero Iñaki descansó y bajó la mañana siguiente. Fue un jarro de agua fría pero las predicciones, que marcaban nieve, se cumplieron y nos han tenido paleando nieve durante muchas horas.

Menos mal que el CB estaba preparado para una situación de estas características. Siempre digo que organizarlo bien es una de las claves del éxito de una expedición, porque nunca sabes lo que puede ocurrir. Hay que prepararse para posibles vientos fuertes o intensas nevadas como la que nos ha caído.

Eso sí, las tiendas han aguantado fenomenal. También es verdad que no te puedes quedar de brazos cruzados esperando a que la tormenta amaine. Cada cierto tiempo hay que coger la pala y empezar a quitar kilos de nieve. Así hemos estado durante casi 3 días completos. Nos hemos pegado una buena paliza.

Pero parece que por fin ha salido el sol. Tras la tormenta tenemos algo de calma. Toca acondicionar todo de nuevo, volver a preparar la que es nuestra casa y, cuando lo hagamos, mirar hacia arriba. Ha caído muchísima nieve y no sabemos cómo estará el camino. De lo que estamos seguros es de que estará mucho peor que hace una semana y que esto complicará todo mucho. Pero ascender el Manaslu en invierno es duro, muy duro, y tenemos que prepararnos para ello. Estamos con muchas ganas. Esto acaba de empezar y espero volver con buenas noticias en unos días.


Alex Campo Base

Crónicas desde el Manaslu: capítulo I

Nos encontramos trabajando muy duro en campamento base. Hace frío, muchísimo frío, y los primeros días en altura son siempre complicados. Pero el Manaslu nos mira desde arriba y eso nos reconforta. Es como si cada mañana nos diera los buenos días y cada noche nos ayudara a descansar. Es lo primero y último que vemos cada día. Le miramos a la cara y sentimos que la montaña hace lo mismo. Nos saludamos. Nos respetamos. Tenemos un grandísimo reto por delante. Tenemos muchas ganas

Han sido unos primeros días intensos y de mucho ajetreo. Todo comenzó con un viaje de mil horas, continuó con mucho papeleo y, finalmente, llegamos a Katmandú. Pasamos 4 noches allí, en las que aprovechamos para hacer el trabajo de logística (dejamos organizadas más de 130 cargas), legal (conseguimos el permiso necesario de ascensión) y hacer una de las cosas más bonitas y gratificantes que hay: ayudar a las personas locales. Lo hicimos gracias a varias asociaciones y ONG-s que realizan una labor encomiable y que conocemos bien de años atrás. Me encanta aportar mi granito de arena, aunque sé que no se puede comparar con lo que ellos y ellas hacen. Realizan una labor impresionante. Escribo estas líneas y no puedo evitar emocionarme.

Llevamos material informático a la Fundación ‘SOS Himalaya: Fundación Iñaki Ochoa de Olza’, que trabaja con el objetivo de finalizar los proyectos de cooperación inacabados en vida del alpinista navarro. Les entregamos varios portátiles nuevos que seguro les serán de gran utilidad. Por otro lado, como en anteriores ocasiones, echamos una mano a la Fundación Udana Nepal, que nace con la finalidad de prevenir situaciones de injusticia y desigualdad que sufren sobre todo las niñas, las mujeres y los colectivos más vulnerables de zonas empobrecidas como Nepal.

Pasamos un día muy bonito y tremendamente emocionante con ellas y ellos. Las personas de Udana Nepal ayudan muchísimo a un sector que está prácticamente invisibilizado en la sociedad nepalí. Nosotros, por nuestra parte, aprovechamos para escalar un rato con ellas en un rocódromo. Creo que se lo pasaron muy bien e hicieron algo diferente. Sus sonrisas nos alegraron el día.

Por último, conocimos de primera mano la labor que desempeña la Fundación Hugging Nepal. Tuvimos la suerte de ver el trabajo que hacen y, la verdad, nos chocó muchísimo. Dan de comer a personas sin recursos, que gracias a la fundación son capaces al menos de comer una comida al día de calidad. Durante la pandemia han llegado a tener unas colas larguísimas de personas que no tenían qué llevarse a la boca. A esta cola se le denomina ‘la cola de la vergüenza’. En un país como Nepal las distintas clases sociales no se juntan y, si te ven en esa cola, es porque no te va nada bien. Ver todo esto ha sido muy duro pero es la realidad.

Y tras 4 días de papeleo, organización de cargas y conocer el trabajo de estas asociaciones, pusimos rumbo a Samagaun, el último pueblo antes de llegar al campamento base del Manaslu y que se encuentra a más de 3.000 metros de altitud. Este año hemos decidido subir en helicóptero y lo hemos hecho por varias razones de peso. La primera porque las medidas de seguridad y salud así lo aconsejaban. Cuanta menos interacción tengamos con la gente de aquí mejor para ellos y para nosotros. No podemos arriesgarnos a contagiarles. Aunque nos realizamos varias pruebas PCR a lo largo de nuestra estancia en Katmandú, lo aconsejable era tener la mínima interacción posible con los pueblos que nos pudiéramos encontrar por el camino.

Por otro lado, aprovechamos el viaje del helicóptero para bajar a varias personas mayores y niños y niñas de Samagaun a Katmandú (en total fueron más de 30). El invierno en Samagaun es durísimo y poder bajar a estas personas a la capital ha sido muy importante. Allí se encuentran más resguardadas. Si no hubiera sido por estos viajes en helicóptero, hubiesen tardado mucho tiempo en bajar y muchas de ellas se habrían visto obligadas a pasar el invierno en unas condiciones muy duras en este pueblo remoto.

Nuestra estancia en Samagaun sirvió también para ir aclimatándonos poco a poco. Hicimos pequeñas incursiones en el monte y vivaqueamos una noche a 4.300 metros de altitud. Nos hizo una noche preciosa. Eneko y yo estuvimos muy a gusto.

En estos momentos nos encontramos trabajando en el campamento base, dejando todo preparado. Nuestra experiencia nos ha enseñado que montar un buen campamento es una de las claves de éxito. Como decía al principio, hace muchísimo frío. El año pasado llegamos a este mismo punto a mediados de enero y no recordamos que hiciera estas temperaturas. Pero a esto hemos venido. Seguiremos currando a tope. El Manaslu nos espera.


Alex Cheppal

Chhepal Sherpa: “A mi edad, tengo 38 años, y después de escalar mucho, me siento muy bien, con suficiente experiencia para este nuevo desafío”

El mundo del alpinismo no sería posible sin los Sherpas. Nunca me canso de decirlo. Para mí son parte fundamental de este deporte que tanto respeto y amo. Son ellos quienes conocen la montaña, quienes en un momento dado pueden salvarte la vida y darte los mejores consejos. Es por esto que quiero que conozcáis el testimonio de uno de ellos de cerca. Se trata de Chhepal Sherpa. Un gran compañero de montaña y un estupendo amigo. Aquí sus impresiones:

Chhepal, ¿cómo es que estás este invierno aquí?

En primer lugar, soy un escalador y afortunadamente estos últimos 5 años he hecho ascensos en invierno: el Everest dos veces, K2, Amadablan y Manaslu el año pasado. Este año, estoy aquí con mi equipo: Tenjin Sherpa, Pasang Norbu Sherpa, Gyalu Sherpa, Thinduk Sherpa y, si necesitamos alguna ayuda, también tenemos a Pemaba Tashi, nuestro cocinero, que también puede cooperar con nosotros en la montaña.

 

¿Cuántos equipos estaremos en el Manaslu?

El año pasado, Pasang Norbu no quiso ir contigo (Alex) porque realmente quería subir el K2 en invierno. Afortunadamente para nosotros, hemos obtenido apoyo financiero privado de Seven Summits, lo que también nos ayuda.

Como habrás visto últimamente en los medios de comunicación, Gelje Sherpa está organizando un intento de invierno en el Cho Oyu con escaladores nepalíes, que son muy fuertes. El invierno pasado, Pasang Norbu fue sin parar desde el campamento base al C4, y también sin parar hasta la cumbre del Dhaulagiri. También hay un equipo de escaladores nepalíes que quieren llegar a la cumbre real del Manaslu y estamos realmente motivados por ello.

 

Pero Chepal, ¿cuántos equipos estamos entonces en el monte?


Varios. Uno es mi equipo. Trabajaremos también con vuestro equipo (Alex, Iñaki Alvarez y Simone Moro) y con el sherpa Pasang Rinji. Luego, hay un equipo internacional con Paula Birgitta y Mingma Sherpa. También estarán Sofie Lenaerts y su marido Steven Maginelle, que van con Dawa Sherpa y, finalmente, Oswaldo Pereira.

 

Pero, ¿cómo nos vamos a organizar? ¿Por un lado, estamos una expedición de escaladores y por otro una expedición comercial?

Alex, somos escaladores de invierno gracias a ti. Mis primeras experiencias invernales fueron contigo. Empezamos en invierno por ti. Gelje Sherpa o Gesman Tamang u otros dieron sus primeros pasos en invierno contigo. Siempre formas un buen equipo. He aprendido a crear un equipo fuerte en la montaña. Sin duda cooperaremos con tu expedición. Oswaldo es también un hombre muy bueno, y siempre está dispuesto a ayudar. El resto se encuentran en el mismo campamento base.

Tu segunda pregunta, la expedición comercial: Los sherpas de Sofie o Paula están allí para ayudarles todo el tiempo. Será una empresa comercial, pero si trabajan todo el tiempo como nosotros o el resto del equipo, no se podrá considerar comercial.

Sobre expediciones comerciales; en mi experiencia, mucha gente viene a Nepal con muchos patrocinadores generalmente en la primavera y el otoño y esperan en el campamento base hasta que nosotros, los nepalíes, hacemos el trabajo de colocar las cuerdas. Mientras tanto, no hacen nada más que publicar imágenes e información en sus perfiles de redes sociales, ocultando la realidad.

Pero Alex, estoy muy seguro y convencido de que todos cooperarán.

¿Qué aprendiste el año pasado en el Manaslu?

El año pasado fuimos un equipo fuerte. Este año, creo que vamos a ser más fuertes porque están llegando más escaladores, pero ya veremos. El año pasado te vi trabajar muy duro, como siempre. Iñaki también trabajó muy bien en la segunda parte de la expedición. Simone tiene un estilo rápido subiendo y bajando, y trabaja bien también en altitudes más bajas.

Perdón, ¿qué ruta te gustaría trazar?

Prefiero la ruta normal, porque tendremos menos trabajo que el año pasado. El año pasado, también aprendí a centrarme en los momentos clave, en ahorrar energía y ser paciente como siempre.

Me gustaría añadir que el campamento base pronto estará preparado con los porteadores y nuestro personal de cocina, pero gracias a tu ingenio (Alex Txikon) y al de Nati también. Te las arreglaste para conseguir que todo llegara a Samagaon. Has conseguido subir a los porteadores locales y les diste frontales a todos. Estoy muy feliz de estar con vosotros de nuevo.

¿Cómo te sientes Chhepal?

Ahora, a mi edad, tengo 38 años, y después de escalar mucho, me siento muy bien, con suficiente experiencia para este nuevo desafío.

Muchas gracias, Chhepal.

Gracias a ti también, y estoy emocionado de trabajar en la montaña con tu equipo. Vamos a disfrutar de las próximas semanas.


Sierra Leona 2021

De Nepal a Sierra Leona con la Fundación Eki

Nada más aterrizar de vuelta del Nepal, con todos los contratiempos surgidos a raíz de la evacuación del Everest por la expansión del COVID, mi cabeza necesitaba un cambio radical. Un cambio que transformara un proyecto personal en un proyecto conjunto. Un proyecto que mis compañeros de la fundación EKI iban a llevar a cabo y al que me quise unir al instante. Nada más y nada menos que trasladarnos a Sierra Leona para colaborar en la instalación de estaciones fotovoltaicas y llevar así, luz, a zonas remotas.

 

Pero el viaje se convirtió, como suele suceder casi siempre, en un cúmulo de vivencias, sensaciones, emociones y experiencias que quedan marcadas de por vida en tu retina. Una África desconocida donde los paisajes son de un verde intenso y los atardeceres se vuelven dorados después de un chaparrón antológico. Los insoportables mosquitos a los que no me acostumbro, niños y niñas con sonrisas perpetuas, gentes de carácter amable y hospitalarias que ofrecen lo que tienen por nada. Ha sido una verdadera aventura.

 

Conocimos al padre Víctor que lleva 48 años viviendo en Sierra Leona y que ha vivido la guerra civil en primera persona viendo atrocidades que a cualquiera le harían volver de inmediato a su país, y que lejos de dar ese paso, ha pasado media vida dando de comer a niños hambrientos arriesgando su vida en más de una ocasión enviando a niños soldados a sus pueblos de origen.

 

He tenido la suerte de viajar bastante en mi vida y he coincidido con personas increíbles, pero los días vividos en Sierra Leona junto a la Fundación EKI me han dejado sin palabras. Si hay algo que me impresionó de este viaje fueron las slums de Freetown, vimos a niñas de tan sólo 9 años ejerciendo la prostitución, peleas que acaban en tragedia y en medio de ese panorama, un padre salesiano argentino que atiende a cerca de 2.000 niños y niñas al año.

 Sin duda un país que no me ha dejado indiferente y llenos de contrastes. Paisajes preciosos y gentes de sonrisa infinita frente a una realidad social muy dura donde la violencia está muy presente. La cruda realidad.

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Reconstrucción del CB de ManasluEki en 3D mediante drones

Como sabéis, en nuestras expediciones, además de trabajar duro en las rotaciones en altura también colaboramos en el desarrollo de proyectos medioambientales, tecnológicos, sociales… En este caso os quiero contar el trabajo de reconstrucción en 3D mediante drones del CB de #ManasluEki. Un proyecto que hemos llevado a cabo de la mano de Drone by Drone, la primera empresa operadora de drones habilitada por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea en Euskadi, y que gracias al uso de UAS para la monitorización estudian situaciones interesantes para el desarrollo seguro y sostenible de expediciones como las que nosotros llevamos a cabo. Nada como hacer equipo con gente de casa y experta en lo suyo; gracias a ellos hemos podido compartir con vosotras y vosotros en mis canales de RRSS algunas imágenes aéreas muy chulas entrenando por la zona de Gorbeia y ahora un proyecto muy especial en el Manaslu.

En el caso del proyecto de reconstrucción en 3D mediante drones del CB de #ManasluEki, este ha sido posible gracias a la técnica de restitución fotogramétrica mediante drones, que permite la reconstrucción de terrenos en 3D para el análisis del entorno.

Suena enrevesado, pero os explico en qué consiste y qué fines tienen además del lúdico tienen estas reconstrucciones en 3D, porque el modelo digital generado permite la medición de múltiples parámetros sobre el mismo, pudiendo exportar la información en múltiples formatos para su explotación y análisis a programas tipo GIS o CAD.

De este modo, a nivel de alta montaña, el uso de los drones no solo aporta espectaculares imágenes, sino que nos pueden aportar datos para su posterior análisis en aspectos tan importantes como la seguridad, la sostenibilidad, el medio ambiente o los fenómenos atmosféricos locales.

- Análisis de la erosión generada por la presencia humana en los campamentos bases

- Presencia de basura e incluso posibilidad de medición volumétrica de la misma para determinación de medidas de atenuación y eliminación de la misma

- Observación y mediciones de movimientos de seracs peligrosos para los escaladores

- Observación y mediciones de los Glaciares, para la evaluación de su retroceso o pérdida de masa por motivo del cambio climático y afección humana sobre los mismos.

- Realización de contenidos audiovisuales en 3D, para interacción y la posibilidad de trazar recorridos virtuales por el propio campamento base o zonas interesantes de las ascensiones. De esta manera se consigue una inmersión más real en el día a día de los escaladores y de la expedición, y conseguir acercar al público de manera más realista, sin tener que someterse a los riesgos de las expediciones al Himalaya.

Reconstrucción 3D del Campamento Base del ManasluEKI mediante drones.


Una experiencia inolvidable

Lo hemos tenido ahí. Muy cerca. Casi lo podíamos tocar con la punta de los dedos. Pero no, no hemos podido lograr ascender a la cima del Manaslu. Algunos considerarán que, al no lograr el objetivo marcado, hemos fracasado. Pero nada más lejos de la realidad. Nos vamos muy satisfechos con el trabajo realizado. Y no lo digo por quedar bien. Es algo que de verdad siento. Me voy con una gran sonrisa y con la calma de haber hecho todo lo que estaba en nuestras manos y de haber tenido la cabeza fría para tomar las decisiones que nos han hecho regresar con vida.

Esto no es como un partido de fútbol, en el que unos ganan y otros pierden. La única vez que se pierde en el monte es cuando uno no vuelve de arriba. Y este año, desgraciadamente, hemos tenido demasiado de esto. Siento muchísimo que amigos y compañeros no hayan podido volver a casa. Es la cruz de este maravilloso deporte que nos tiene tan enganchados. Un peaje demasiado caro que han tenido que pagar. Descansen todos en paz. El mundo es un lugar más triste sin ellos…

Hemos logrado muchísimas cosas a lo largo de estas inolvidables semanas. En lo deportivo y en lo personal. Hemos logrado ascender hasta los 7.100 metros en pleno invierno y por una vía jamás explorada. Ha sido precioso, pero también duro. Muy duro. En algunas ocasiones admito que hemos empujado un poco más fuerte de lo que debiéramos, pero sé que si volviésemos a estar en la misma situación haríamos exactamente lo mismo. Hemos cargado con muchísimos kilos de material y hemos abierto huella con más de un metro de nieve, cubiertos por el manto blanco hasta casi la cintura. Sabíamos a lo que nos enfrentábamos y, en cierta forma, veníamos a eso. Y si no hubiera sido por esa rimaya que nos encontramos entre el primer y segundo campamento o si la ventana de buen tiempo hubiese durado un día y medio más… Bueno, como se dice vulgarmente, “es lo que hay”. Habrá tiempo de analizar lo que hemos hecho con más calma.

Decía que también ha sido una gran experiencia a nivel personal. Me ha acompañado un grupo fantástico. Sé que mientras estoy concentrado en una expedición puedo ser más complicado de llevar. Me concentro y me sale la máquina que llevo dentro.

Ha sido una gozada volver al monte y al alpinismo de primer nivel con un amigo como Iñaki Álvarez. Él sí que es una máquina. Una persona calmada, que no pierde los nervios nunca, y que siempre está dispuesto a echarte una mano. El tipo de compañero que todas y todos queremos a nuestro lado cuando las cosas se tuercen y de verdad te juegas el tipo. También he aprendido mucho de Simone Moro, un escalador de primerísimo nivel, con el que ya son varias las cordadas que hemos compartido. Nunca voy a olvidar cómo movilizó todo lo que pudo el día del fatal accidente de Sergi Mingote. Fue él quien me avisó de todo y sé que más no pudo hacer. Eskerrik asko a los dos por haberme acompañado en esta maravillosa aventura. Seguro que nos quedan muchas más por compartir.

Quisiera dedicar unas palabras al maravilloso grupo que he tenido a mi lado en el campamento base. No voy a enumerarles de uno en uno, porque necesitaría casi una entrada por cada uno de ellos y cada una de ellas. Eskerrik asko a vosotros y a vosotras también. Vuestro trabajo en el base ha hecho posible que hayamos podido alcanzar los 7.100 metros.

Y, cómo no, eskerrik asko, de corazón, a todos los patrocinadores que han hecho que este niño de 39 años haya podido gozar de esta oportunidad. Lo he hecho de la mejor manera que he sabido, pero en el monte, por mucho que uno se prepare, se está a merced de las circunstancias de cada momento. Ha sido un viaje maravilloso. Una experiencia inolvidable. Eskerrik asko!


El lujo de poder compartir esta aventura con Iñaki

La mayoría no conoceréis a Iñaki pero nosotros hemos tenido el lujo de poder compartir este proyecto con él. Iñaki Álvarez, un guipuzcoano de Zumarraga apasionado de la historia y la arqueología es un hombre tranquilo, silencioso. Su humildad está a la par que la enorme ilusión que ha puesto en esta aventura desde el primer minuto en el que le dije si le apetecía venirse al Manaslu con nosotros. Iñaki ya había estado de expedición conmigo hace 20 años junto a Jon Maroto y Xabier Ormazabal. De los 4 que formaban aquella expedición, solo Iñaki y yo seguimos con vida lamentablemente.

Hace apenas unos meses nos contaba la relación que ha tenido a lo largo de su vida con la montaña. Os dejamos aquí un breve texto que nos escribió apenas unas semanas antes de partir.

“La montaña es una pasión que llevo dentro desde mi juventud. Esto me ha llevado a escalar en lejanas cordilleras a lo largo de mi vida. Recuerdo perfectamente mi primera experiencia con el ‘mal de altura’, fue en el Mont Blanc por la vertiente del Grands Mulets, en el 99. Si el primer día bajamos mareados el segundo nos empeñamos en subir hasta llegar a la cima. Ese mismo año vi morir por primera vez a un alpinista, fue escalando la arista Hornli al Cervino. Con posterioridad también escalé la arista Lyon a este mismo pico y muchas otras vías tales como la arista Mitellegui al Eiger, el espolón este al Ober Torberg, Dent du Geant, Weisshorn etc.

En 2001 fue mi primera experiencia por encima de los 6000 metros, y la primera vez que vi congelaciones, concretamente en los dedos de mi amigo Jon Maroto, tras bajar del Huascarán. He vuelto a los Andes peruanos (Cordillera Blanca) y bolivianos (Cordillera Real) en diferentes años para hacer otros picos como el Toclaraju, el Huaina Potosi o el Illimani.

Visité el continente africano en 2008 con mi amigo Koke Lasa para ir a los Atlas, donde escalamos varias montañas. Entre ellas, el Toubcal, por la vía del corredor. Pero lo más destacable de aquella actividad fue el ascenso al Biiguinoussene (4002 m) por una vía nueva, que no vimos catalogada, y de la que tampoco dimos noticia. Diría que tenía un grado D+.

Mi viaje al Pamir en 2002 fue toda una experiencia y una lección de alta montaña que no olvidaré. Allí conocí a Alex Txikon, y aunque no hicimos cima, perdura nuestra amistad, así que eso sí que me llevé de aquella gran montaña.

Quizá lo más destacable de mi humilde carrera alpina sería la expedición al Shisha Pangma en 2004, ya que dejamos de lado la vía normal para escalar el corredor central de su cara norte, de mil metros, con unos 55º mantenidos, que llevaba directamente a la cima. Fue abierta en 1987 y nosotros entramos aquel año tras ser ascendida primeramente por nuestros amigos Unai Pérez de Arenaza y Oriol Baró, que nos animaron a trepar por aquel gigantesco tobogán de hielo.”

Gracias Iñaki por estar aquí arriba cuidándonos a mí y al resto del equipo.


EKI-SOS Himalaya: una colaboración de altura

La expedición que estamos llevando a cabo este año tiene un marcado valor humanitario y solidario. Siempre intento que sea así, pero este año tenía que serlo más que nunca. Y es que la pandemia generada por la COVID-19 ha golpeado fortísimo a todo el Nepal. No tanto a nivel de contagios, que también, pero sí a nivel económico. La gente de aquí vive en gran medida del turismo y este año, como todos sabemos, no nos hemos podido mover apenas de nuestros países. Cuando hablaba con ellos y ellas por teléfono antes de venir, todos me transmitían la misma idea: “estamos sufriendo mucho. Está todo parado y esto es insostenible. La gente lo está pasando muy mal”. La preocupación invadía sus palabras.

Sabía, por lo tanto, lo que nos íbamos a encontrar. Es por esto por lo que, junto con la Fundación EKI, nos pusimos manos a la obra. Teníamos que pensar cómo podríamos ayudarles. Siempre dentro de nuestras posibilidades, claro. Somos un equipo comprometido pero muy pequeño, con recursos limitados. Pero teníamos que buscar la fórmula. Aquí no caben las excusas. Nepal me ha dado muchísimo y siempre siento que estoy en deuda con ellos y con ellas… En cierta forma, se lo debo.

Pues bien, tras buscar fórmulas con Fundación EKI, pensamos que podríamos ayudarles de dos maneras diferentes: entregándoles 60 bombillas autónomas y regalándoles las placas solares que nos hemos traído al campamento base del Manaslu que nos proporcionan toda la energía que necesitamos en nuestro día a día.

Pero necesitábamos meter a un tercer protagonista en la ecuación. Alguien que nos indicase dónde y a quién entregar el material. Alguien que conociera de primera mano y mejor que nadie las necesidades de las personas del Nepal. Y ahí es donde entró la Fundación Iñaki Ochoa de Olza-SOS Himalaya. Nos pusimos en contacto con ellos y todo fue muy sencillo. Nuestro trabajo consistiría en recibir el material de Fundación EKI y llevarlo hasta el Nepal. Así lo hicimos.

Durante nuestra primera semana en Katmandú nos reunimos con ellos y les entregamos el primer lote de productos: 60 bombillas LED autónomas, que puede funcionar gracias a una placa solar que tienen adherida o que, si se desea, también pueden encenderse con corriente normal (aunque sufra cortes, como suele ser habitual en algunas zonas). Es decir, estas bombillas tienen una batería de litio que se carga gracias a la luz del sol o a la corriente que pueda llegar. Si se hace de noche o el suministro eléctrico se corta, la batería queda cargada y la bombilla sigue funcionando durante 8 horas como máximo. Un sistema sencillo, pero tremendamente eficaz. Además, estas bombillas cuentan con una entrada USB y otra microjack y el sistema puede activarse con un mando a distancia. Una bombilla en un hogar puede suponer que las niñas y niños puedan estudiar, que su día no se apague con la marcha del sol.

Una vez finalicemos nuestra expedición en el Manaslu, les entregaremos el segundo lote de material: las placas solares que nos sirven para abastecernos de energía en el campo base y que evitan que tengamos que utilizar generadores y consumir combustible (sin olvidar el impacto medioambiental que estamos evitando). Pero antes tenemos el reto de subir un gigante de 8.163 metros, y no nos lo está poniendo fácil. Eskerrik asko a Fundación Iñaki Ochoa de Olza SOS Himalaya por ayudarnos a llevar todo este material a las zonas donde más lo necesitan y a Fundación EKI por hacerlo posible. Estamos consiguiendo que las energías renovables lleguen a los lugares más recónditos del planeta y ayudando a muchas familias a mejorar su vida.