De vuelta en el Campo Base

Tal y como adelantábamos a través de las redes sociales de Alex Txikon, los escaladores han regresado al Campo Base este mediodía. Aquí esperarán hasta que las condiciones mejoren y puedan lanzar otro ataque. Los iraníes, por su parte, han decidido renunciar definitivamente y volver a casa.

A las 8:00 de la mañana comenzaba la jornada para ellos. Han abandonado el C1 (5.050m) con la vista puesta en el C2 (6.100m), pero al llegar a los 5.300ms de altura han decidido parar y emprender el descenso: “La misma pala previa al muro Kinshoffer que habíamos equipado y escalado totalmente helada, aparecía hoy nevadísima, nos cubría hasta la cintura”, comunicaba Txikon a través del walkie. Lo cierto es que no daban por imposible poder llegar al C2, pero lo hubieran hecho dejándose el resto y probablemente hubieran llegado demasiado tarde como para comenzar a buscar y desenterrar la tienda que tienen establecida allí.

Aparte de las dificultades, también el riesgo de avalanchas los ha hecho volver. “Ayer, de camino, fuimos testigos de varias avalanchas y otras tantas señales de avalanchas previas; la verdad es que hoy tampoco hemos encontrado el terreno del todo seguro”.

Por lo tanto, los escaladores se encuentran ya en el CB donde esperarán a que las condiciones del terreno mejoren y la meteo les regale otra oportunidad.

La principal novedad es que los tres escaladores iraníes que acompañaban a Txikon han decidido esta misma tarde dar por terminada la expedición y volver a casa: “Consideramos que la montaña está demasiado cargada de nieve, el terreno está peligroso y, además, desde nuestro país nos informan que el tiempo no va a cambiar sustancialmente; de modo que, al menos nosotros, lo vemos imposible esta vez”, aclaraban.


Ya están en el C1

Tras ocho horas de ascenso y otras tres horas paleando para recuperar las tiendas enterradas bajo la nieve, Alex Txikon y el resto de compañeros descansan a estas horas dentro de sus sacos de dormir.

Han abandonado el CB a las 6:00 de la mañana y han alcanzado los 5.050m del C1 a eso de las 14:00 de la tarde. Según han comunicado por radio, han sido horas durísimas debido a la nieve caída estos días atrás: “Ha habido tramos en los que nos cubría hasta la cintura”.

También aseguran haber sido testigos de alguna que otra avalancha (y también señales que atestiguan avalanchas anteriores) en los alrededores del camino recorrido.

Una vez alcanzado el C1, ha comenzado la segunda parte del trabajo: dar con las palas allí depositadas y desenterrar las dos tiendas que habían montado durante la última rotación. Han sido necesarias “tres horas de ‘paleo’”, afirmaba Txikon al otro lado del walky.

Por otro lado, Muhammad Kan ha descendido unos 150metros y se ha acercado hasta el que era el C1 de Danile Nardi para hacerse con una tercera tienda que ha subido también al actual C1.

Mañana partirán hacia el C2.


Alex Txikon y el resto de compañeros de cordada partirán mañana hacia el C1, con la intención de hollar la cumbre del Nanga Parbat (8.126m) el próximo martes o miércoles (3 o 4 de Marzo)

El tiempo se mantendrá aún revuelto mañana: nieve, nubes y viento medianamente fuerte. Las condiciones se han vuelto francamente duras sobre todo debido a las nevadas de estos tres últimos días (la capa ha llegado al metro y medio), pero el equipo no considera que esto vaya a impedir que mañana puedan alcanzar el C1 y completar así la primera etapa en su camino hacia la cima. Según las previsiones meteorológicas, la situación va a ser muy parecida también durante los próximos días, excepto el viento, que perderá fuerza de manera considerable lo cual, definitivamente, ha animado a los alpinistas a partir: para el martes y miércoles se esperan vientos débiles de 20km/h (o menos), y temperaturas que rondarán los –35/–40ºC.

El campo base ha amanecido hoy totalmente cubierto por la nieve (la capa alcanza ya el metro y medio), y ha sido necesario palear desde primera hora para poder salir de las tiendas. A medio día, cuando el viento ha dado tregua, Alex Txikon, Muhammad Kan, Iraj Maani y Ali ‘Sadpara’ han decidido adelantar algo de trabajo y se han dirigido, abriendo huella, hasta la morrena. El duro paseo les ha servido, sobre todo, para recabar información de cara a la jornada de mañana. Han visto que la nieve profunda se acumula sobre todo al principio, en el tramo que va desde el campo base hasta el glaciar, pero estiman que necesitarán al menos 10 horas para llegar al C1.

Partirán todos juntos a las 6:00 dela mañana –el propio Alex Txikon, Ali ‘Sadpara’, Muhammad Kan, Mahmood Hashemi, Iraj Maani, Reza Bahadorani y Daniele Nardi–, de manera que calculan poder alcanzar los 5.050m del C1 hacia las 15:00-­‐ 16:00 de la tarde. Allí les espera una ardua tarea: recuperar las dos tiendas totalmente enterradas bajo la nieve.

La intención para pasado mañana (28 de Febrero) es llegar al C2 (6.100m) tras superar el muro Kinshoffer. Conviene recordar que Txikon, ‘Sadpara’ y Nardi cuentan allí con una tienda ya montada en la que pasaron dos noches durante la última rotación (esperan encontrarla donde la dejaron, a pesar de los fuertes vientos y las nevadas de estos días atrás). Sin embargo, el trío iraní, aun habiendo llegado a tal cota, no montó ninguna tienda ni pasó ninguna noche a esa altura, con lo cual tienen ante sí un reto algo mayor.

Y de esta manera, día a día, pretenden ir avanzando de un campo a otro. Para el 1 de Marzo esperan alcanzar el C3 a 6.700m, donde Txikon, ‘Sadpara’ y Nardi cuentan con un depósito; al día siguiente C4 (tramo éste todavía sin equipar)… y parece que entre el martes y el miércoles se darán las mejores condiciones para lanzar el ataque a cumbre.

 


Ali ‘Sadpara’: “Mi labor es siempre invisible”

Texto: Igone Mariezkurrena (CB Nanga Parbat)

Muhammad Ali ‘Sadpara’ (Sadpara, 1977) es el escalador más fuerte con el que cuenta actualmente Pakistán. A falta del K2, ha subido, entre otros, a lo más alto de cuatro de los cinco ochomiles del país (Broad Peak, Nanga Parbat, G1 y G2) y ha protagonizado otras muchas escaladas que bien merecen ser reconocidas: en 2006 llegó en solitario a la cima del Spantik (7.027m) tras abrir una nueva vía; en invierno de 2008 y 2010 equipó para los polacos la ruta del Broad Peak hasta su C3; y en 2012 hizo lo suyo entre los campos 2 y 3 del G1 invernal: fijó el Couloir de los Japoneses.

Natural de Sadpara, pueblo al que debe su sobrenombre, hasta 2000 se ganó la vida viajando a Baluchistán para extraer mármol que después vendía en Carachi. En 1999 un amigo le habló por primera vez de “unas montañas enormes y nevadas” que desconocía a pesar de su cercanía pero que quiso contemplar con sus propios ojos atraído por la belleza que prometían. Así comenzó a portear a los campos base, hasta que en 2004 pasó a escalar como porteador de altura para una expedición coreana en el K2. Desde entonces, lleva a sus espaldas dieciocho expediciones, cuatro de ellas invernales, y una visión algo diferente de la de sus clientes. Hombre amable, curtido donde los haya y de quien sorprende conocer su edad, afirma observar preocupado cómo los sherpas acaparan el 80% del negocio en Pakistán, y acusa a su Club Alpino de indiferencia e inmovilismo.

Alex Txikon se refiere a ti como el verdadero líder de esta expedición, puesto que conoces mejor que bien esta montaña: es la cuarta vez que escalas en ella, y la has coronado en dos ocasiones. ¿Cuáles son las características propias del Nanga Parbat en comparación a otros ‘ochomiles’?

Más allá del hecho de ser conocida como la ‘Montaña Asesina’ por la cantidad de vidas que se ha cobrado, creo que la diferencia es considerable, y reside en que el nivel de exigencia técnica es más constante y prolongado en el Nanga que en otras montañas de más de ocho mil metros. Aquí, a partir del C1, hasta el C2 y el C3, el terreno es inclinado y muy complicado; hielo vivo, roca, terreno mixto, algunas piedras que caen sobre todo en verano… esta montaña no da tregua, uno no puede permitirse bajar la guardia. Otros retos como el K2 o el G1 también implican mucha destreza técnica, por supuesto, pero las dificultades se concentran en tramos concretos bien identificados.

Este es tu primer intento invernal aquí. ¿Cómo o en qué cambia la montaña de una estación a otra?

Es como pasar del día a la noche. Es cierto que algunos peligros como el desprendimiento de rocas o grandes aludes desaparecen porque ahora todo está más sellado por las bajas temperaturas, a pesar de que día a día somos testigos de cómo otras rutas, o los Macenos por ejemplo, no dejan de escupir nieve. Sin embargo, en invierno el Nanga está más helado que nevado, y ello nos lleva a equipar todo, metro a metro, desde el C1 hasta el C3, quizás también algo desde el C3 al C4; calculamos que en total serán unos 3.500 metros de cuerda que, por supuesto, hay que ir cargando a lo largo de los diferentes campos. En verano puedes ascender algunos largos sin fijar, los mismos que ahora, a pesar de no ser muy empinados, resultarían fatales en caso de resbalar en el hielo. Esto unido al frío constante, al viento y a la inestabilidad meteorológica, hace que las horas de escalada en invierno sean menos amables y la vida en el campo base menos confortable.

Eres un hombre experimentado en expediciones invernales. ¿Cuáles son las claves para el éxito en la época más fría del año?

No cambian tanto las claves sino el nivel de meticulosidad respecto a ellas. En invierno como en verano o primavera, es importantísimo no precipitarse y tomarse el tiempo necesario para aclimatar correctamente, también es necesario trazar una buena estrategia, ser cuidadoso a cada paso o movimiento, y acertar con los días, por supuesto. La gran diferencia consiste en que, en invierno, el mínimo error te puede llevar a pagar el precio más caro, por eso el nivel de alerta debe ser constantemente mayor.

De acuerdo a las características del grupo que conformáis y las condiciones que os habéis encontrado arriba, ¿Cuál crees que será el aspecto más complicado?

Los comienzos han sido quizás un poco caóticos hasta que los iranís –Mahmood Hashemi, Iraj Maani y Reza Bahadorani–, el italiano –Daniele Nardi–, Alex Txikon y nosotros mismos –Ali ‘Sadpara’ y Muhammad Kan– nos hemos fusionado como grupo y hemos establecido un calendario de trabajo siempre dependiente del tiempo. Ahora bien, es cierto que para la próxima incursión, de cara al ataque a cumbre, no todos partimos en igualdad de condiciones: Daniele, Alex y yo pasamos dos noches en el C2 (6.100m) y una en el C3 (6.700m). Los iranís tan solo han llegado al C2. De todas formas, inshala –si Dios quiere–, la expedición será exitosa y llegaremos a la cima.

Tú escalas a cambio de dinero, es tu trabajo claro; pero la montaña es, sobre todo, tu pasión, ¿verdad?

Sí, lo cierto es que siempre me he sentido feliz en estas montañas, desde aquella primera vez en que supe de su existencia y trabajé como porteador sentí el deseo de escalarlas. Ahora mismo podría hacer dinero algo más fácil en Sadpara –pueblo natal– o en Skardu –principal núcleo de su área–, o incluso en Islamabad, pero yo me siento feliz aquí.

Supongo que también habrá aspectos de esto que no te gusten…

Creo que son mis familiares, mi madre, mi mujer los que le ven más pegas a esto –sonríe–… Para mí es maravilloso poder estar ahora aquí, rodeado de rocas inmensas, nieve y hielo. Por eso muchas veces me enfada la actitud de algunos compañeros, muchos, que muestran pereza ante el trabajo, falta de motivación y compromiso, solo ganas de que la expedición de turno termine para cobrar y volver a casa, a sentarse… Creo que nos deja en muy mal lugar al resto de los escaladores y porteadores de altura paquistaníes, por su puesto cierra las puertas a las generaciones jóvenes y hace que los himalayistas y amantes de la montaña que nos visitan se lleven una mala imagen de Pakistán y de los del norte en particular, como gente no válida para el trabajo que de nosotros se espera.

¿Crees que ello explica por qué cada vez más sherpas trabajan en Pakistán?

Claro. Yo he visto a los sherpas trabajar; fijar hasta el C1, hasta el 2, hasta el 3… subir cuerdas, comida, ayudar a los clientes, comprometerse con ellos… Aunque no todos, la mayoría son hombres fuertes que no quieren ni pueden estar sentados en el Campo Base. Les gusta escalar, nunca les duele nada, y por eso se están llevando el 80% del negocio en Pakistán, pronto será el 100%. Al mismo tiempo, muchos compañeros míos se limitan a estar sentados en casa, comiendo arroz blanco, esperando durante un año entero y viendo cómo nadie les requiere, sin darse cuenta de que es su propia actitud la que aleja clientes potenciales.

¿Qué consecuencias conlleva todo esto?

En las áreas del norte, el 50% de la economía depende de las expediciones y los grupos de trekking, así que el daño es tremendo. Gracias al dinero que yo gano, por ejemplo, mi familia tiene comida y un hogar, mis cuatro hijos pueden estudiar, y también contamos con una parcela de tierra que podemos labrar para obtener vegetales que vendemos cuando no me llega ninguna oferta de trabajo. Pero todo se desmoronaría si nadie contratara mis servicios, que es precisamente lo que está ocurriendo en el seno de muchas familias.

¿Quién o qué puede hacer cambiar esta situación?

Creo que el principal responsable es el Club Alpino de Pakistán, que no muestra interés alguno por sus escaladores, ni por mejorar sus habilidades y sus condiciones de trabajo. ¡El Club Alpino de Pakistán no conoce a sus ochomilistas! He alcanzado la cima del Nanga Parbat en dos ocasiones, el Broad Peak, G1, G2… pero el presidente de nuestro Club no sabe quién es Ali ‘Sadpara’. Yo he aprendido a escalar trabajando, porteando en altura. El año pasado pude recibir un pequeño curso de apenas tres días en Skardu, pero soy consciente de que el 100% de lo que sé hacer en la montaña lo he aprendido por mi cuenta, el Club jamás ha aportado nada al respecto. Sin ir más lejos, el año pasado dos amigos, buenos escaladores, fuertes, tuvieron que marchar a Nepal para poder formarse un poco más. De manera que la mayoría de los locales que trabajan aquí en Pakistán son hombres que saben poco o nada de alpinismo y de escalar, no son escaladores. A pesar de tenerlas tan cerca, tampoco yo sabía que estas montañas existían hasta que empecé como porteador; en Pakistán ni las radios ni la prensa informa de nada de esto, son lugares y actividades desconocidas para la mayoría. ¡Cómo vamos a pretender que las expediciones que vienen del extranjero inviertan el dinero en nosotros! Incluso los que vivimos esto con pasión y llevamos una camino importante recorrido nos vemos afectados por la mala reputación de la que te hablaba.

A lo largo de quince años has trabajado para infinidad de clientes de diferentes nacionalidades. Habitualmente, ¿cuál es el trato?

En cuanto al trato personal, diría que he vivido de todo: hay quien te trata de igual a igual, los menos; y hay quien te ignora en la montaña por el mero hecho de ser paquistaní a pesar de contar con mucha más experiencia, y además marca las distancias en el campo base, los más, el 99%. Sin embargo, en lo referente a la consideración por el trabajo realizado o incluso a su transcendencia mediática, por desgracia, la invisibilidad total y absoluta domina en el 100% de los casos; mi labor es siempre invisible. En 2008 y 2010, en invierno, en el Broad Peak, fijé la mayor parte de la ruta, hasta el C3, pero nadie habló de mí, ni aparecí en las películas que allí se grabaron, nadie supo más allá de la hazaña de los polacos. Lo mismo ocurrió en 2012, cuando fijé el Couloir de los Japoneses en el G1 invernal, entre el C2 y el C3; después se me congelaron los diez dedos de los pies y tuve que renunciar, justo cuando ellos marcharon para cumbre. ¿Acaso alguien reconoció mi trabajo? Desde luego, esta cara de la gente europea me enfada mucho. No pido más que respeto a la verdad.

¿Y cómo te estás sintiendo ahora en este grupo?

Me siento bien, a gusto. Soy escalador. Tenemos la mente puesta en la montaña, estamos todos concentrados, y creo que podemos conseguirlo.

 


Los héroes del Campo Base

Ahora que el mal tiempo y la nieve nos retienen en el Campo Base, queremos aprovechar para presentaros a los responsables de que nuestra estancia aquí sea notoriamente más fácil y agradable, los que, a pesar de estar a 12.000 kilómetros y nueve horas de avión de casa, nos transmiten el calor de una familia: Hassan asistente de cocina y guía, y nuestro cocinero Muhzin. Serviciales como pocos y dispuestos a prestarnos su ayuda en cualquier momento y hora, nuestra comodidad es su deber. Aunque en este frigorífico continuo semejante tarea sea más que complicada, lo cierto es que lo están consiguiendo, nos quitamos el sombrero ante su buen hacer. A menudo pensamos que lo de estos héroes del Campo Base tiene mucho más mérito que subir al C3. Por cierto, parece que tampoco ellos tienen quejas hacia nosotros –¡Cómo nos iban a decir lo contrario!–, afirman que somos más llevaderos que los coreanos y los chinos… no está mal.

Hassan

Hassan tiene 22 años y vive con su esposa Maryam de 16 años en Shigar Tissart (distrito Skardu). En estos pueblos es habitual que las niñas se casen a la edad de 13-14-15 años y tengan a su primer hijo a los pocos meses. Hassan y Maryam llevan un año casados y tienen dos gemelos de 5 meses. El de Hassan es un caso bastarte particular, pocas veces hemos tenido en el staff a un universitario. Es licenciado en ciencias económicas (Gilgit International University) y ahora, en Marzo, va a seguir con su máster en Filología Inglesa. Según nos cuenta, empezó a trabajar con grupos de trekking y expediciones en 2004 (¡Cuando solo contaba con 12 años!), siempre como asistente de cocina, y todo el dinero que ha ganado durante este tiempo lo ha destinado a pagar sus estudios. La agencia le paga unas 1.200 rupias por día (10,25€), pero esta es su primera experiencia invernal y sabe que cobrará algo más. Asiste a Muhzin (cocinero) sin descanso: friega las sartenes, pucheros y cubiertos, se encarga de que el bidón de nieve para derretir esté siempre lleno, sirve en la tienda-comedor, después lo recoge todo… habrá perdido ya cerca de siete kilos de peso, es bastante poquita cosa, pero un máquina. Aunque el frío y las escasas horas de sueño se le hacen durillas, dice estar contento: “Eso sí, lavar los platos con agua helada es fatal. Tengo las manos hinchadas, sucias, me va a dar vergüenza volver así a la universidad”, confiesa.

Muhzin

Nuestro cocinero, Muhzin, tiene 39 años y él también reside en Shigar con su esposa Salam, doce años más joven que él; “en Shigar Gulapor” –detalla–. Tienen un hijo de nueve años, pero siempre recuerda que tuvieron y perdieron otro dos que enfermaron y murieron nueve meses más tarde de nacer. Era jovencísimo cuando se estrenó en esto de la cocina, tuvo como profesor a Mr. Gulam Heather en Khapulu, pero enseguida buscó suerte en diferentes hoteles y restaurantes de Islamabad y Lahore. Más tarde, en 2000, comenzó a dedicarse a los fogones de altura. Desde entonces, asegura haber trabajado para más de 100 grupos de trekking y expediciones, ganando unas 1.000 rupias (8,55€) por día en verano y primavera, y unas 1.500 rupias (12,80€) en invierno. Pese a las difíciles condiciones, lo vemos actuar con soltura y resolución, no en vano, esta es su tercera vez en invierno: “Me gusta mi trabajo, pero es duro encontrarse todo congelado día tras día; verduras, huevos, carne… todo”. Qué merito, y qué cantidad de imaginación; es increíble lo rico y variado que puede llegar a cocinar con tan pocos recursos y tan penosas condiciones. Hablando de planes de futuro, dice querer reunir algo más de dinero y comprarse un tractor para poder trabajar su tierra y vivir de lo que esta le dé. Sin embargo, a corto plazo, solo sueña con el día en que regrese a casa de vuelta de esta expedición y pueda “dormir durante días y recibir masajes” de su mujer. “Aquí algunos días nos acostamos a las 00:00 y nos volvemos a levantar a las 03:00 si coincide que los escaladores se dirigen de nuevo a la montaña”. También espera poder llevar algún día a su familia a la ciudad de Mashhad (provincia de Khorasan en Iran), destino de peregrinación más asequible que La Meca para los pakistaníes.


Cronología-resumen del trabajo realizado hasta hoy

Llegamos al campo base del Nanga Parbat el día 25 de Enero. Desde entonces, siempre a merced de los caprichos meteorológicos, hemos realizado dos rotaciones en la montaña, tras las cuales, además de equipar la ruta hasta los 6.700 metros de altura, hemos depositado material y comida en los diferentes campos establecidos de cara a próximas incursiones.

Podría afirmarse que gran parte del trabajo y lo más técnico está ya listo; no en vano, se trata de la cota más alta jamás alcanzada en el Nanga invernal y por la ruta Kinshofer, lo cual nos llena de satisfacción.

Ahora nos espera una semana completa de mal tiempo que emplearemos para descansar, reflexionar sobre lo escalado hasta ahora y plafinificar los pasos a dar.

Esta es la cronología-resumen del trabajo realizado hasta hoy.

25 de enero

Llegada al campo base (4.300m).

28 de enero

Primera salida hacia el C1, sin carga, abriendo huella hasta el glaciar. Llegada de los iraníes al campo base.

30 de enero

De nuevo hacia el C1, cruzamos la morrena y el glaciar hasta los 4.850 metros. Depositamos allí 600 metros de cuerda y una tienda.

31 de enero

Recogimos lo depositado la víspera y lo subimos hasta los 5.050 metros donde fijamos el C1. Vuelta al campo base (4.300m).

4 de febrero

Desde el campo base directamente hacia el C2. Avanzamos a través de nieve muy profunda y fijamos 400 metros de cuerda hasta los 5.450 metros de altura. Vuelta al C1 (5.050m).

5 de febrero

Partimos desde el C1 con intención de llegar al C2. Conseguimos fijar hasta los 5.800 y volvimos al C1 (5.050m) a dormir.

6 de febrero

Saliendo del C1, logramos avanzar 100 metros más que la víspera en hielo vivo (5.900m). Depositamos dos tiendas, 1.300 metros de cuerda y comida 150 metros por debajo del C2. Vuelta al campo base.

Fin de la primera rotación.

9 de febrero

Salida desde el campo base para pernoctar en el C1 (5.050m). El italiano Daniele Nardi se une a nuestro grupo.

10 de febrero

Partimos del C1, superamos el muro Kinshofer (250m) y, por primera vez, alcanzamos los 6.100 metros donde establecimos el C2. Cuatro horas de trabajo solo para dar forma a la plataforma donde fijar la tienda. Primera noche en el C2.

11 de febrero

Partimos del C2 y fijamos unos 500 metros más de cuerda hasta los 6.500. Terreno mixto al principio y hielo vivo después. Vuelta al C2 (6.100m), segunda noche por encima de los 6.000.

12 de febrero

Otra vez desde el C2, escalamos hasta, esta vez sí, alcanzar los 6.700, nuestro C3, la cota más alta jamás alcanzada en el Nanga invernal y por la ruta Kinshofer. Noche en el C3.

13 de febrero

La fatiga acumulada y la falta de aclimatación hicieron que los vientos que soplaban arriba no fueran soportables. Vuelta, de golpe, al campo base.

Fin de la segunda rotación.

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Txikon, ‘Sadpara’ y Nardi de vuelta al Campo Base tras pasar la noche en el C3 (6.700)

Las comunicaciones por radio están siendo breves y escuetas, de modo que la llamada que hemos recibido esta mañana apenas nos ha servido para saber que la cordada conformada por Alex Txikon, Ali ‘Sadpara’ y Daniele Nardi ha emprendido el descenso, esta vez hasta el Campo Base

Ayer a última hora nos confirmaban que, tras una jornada maratoniana, habían alcanzado el C3 (6.700m) donde dormirían para, en el día de hoy, proseguir el ascenso hasta el C4, dado que un nuevo cambio en las predicciones meteorológicas alarga la ventana de buen tiempo hasta el mediodía del domingo 15.

Sin embargo, no ha podido ser. Muy probablemente el cansancio acumulado tras cinco días ininterrumpidos de actividad en altura y la todavía escasa aclimatación (no en el caso del italiano que lleva mes y medio ascendiendo y descendiendo por las paredes y glaciares del Nanga, pero sí en el caso de Txikon y ‘Sadpara’) ha hecho que los vientos medianamente fuertes que soplan hoy arriba hayan resultado ser demasiado. Calculamos que en una hora y media llegarán a este Campo Base, donde se tomarán el merecido descanso.

La mala noticia es que el cambio de tiempo previsto para el domingo viene para quedarse durante al menos una semana, a lo largo de la cual podría dejar más de un metro de nieve.

 


Segunda noche en el C2

Hacia las 15:30 de la tarde hemos decidido emprender el descenso hacia el campo II, a pesar de que aún disponíamos de algunas horas más de luz. Lo cierto es que estamos bien, pero muy cansados. Han sido más de siete horas de trabajo bajo temperaturas heladoras propias de días sombríos como el de hoy.

Calculamos haber alcanzado los 6.500 metros de altura habiendo fijado unos 500 metros de cuerda a través de un terreno mixto de hielo y roca al principio, y hielo vivo después.

El plan que barajamos para mañana consiste en seguir avanzando hacia el campo III; en principio, disponemos de buen tiempo hasta última hora del sábado. Sin embargo, será mejor esperar a pasar una noche más por encima de los 6.000, ver cómo nos sentimos mañana y tomar la decisión de seguir adelante con el programa o regresar en base a esas sensaciones.


Al fin el Campo II

Los destellos de luz que llegaban desde las alturas y la posterior llamada vía satélite han confirmado lo que tod@s esperábamos en el campo base: Alex Txikon, Ali ‘Sadpara’, Daniele Nardi y un poco más tarde Muhammad Kan han alcanzado los 6.000-6.100 metros y han establecido allí su Campo II.

Cansados pero satisfechos con el trabajo realizado, sobre todo por haber equipado el exigente muro Kinshofer (sin duda el tramo más técnico de la ruta, combinando roca y hielo), a estas horas descansan ya dentro de sus sacos de dormir, recuperando fuerzas de cara a la jornada de mañana y con la mente puesta ya en el Campo III.

Sin embargo, el día no ha resultado tan satisfactorio para los iraníes Mahmood y Reza, quienes optaron por pasar una noche más en el CB y partir hoy direnctamente hacia el Campo II. Parece que su apuesta no fue acertada, el tiempo se les ha echado encima y la noche ha llegado cuando aún se encontraban a mitad de pared y a los pies del muro respectivamente. De modo que han decidido retroceder y bajar hasta el CB para descansar aquí.

Para mañana se espera un tiempo algo más revuelto, pero válido para escalar. Veremos si el Campo III es factible.

 


Cambio de meteo, cambio de planes

Aquí las predicciones metereológicas cambian constantemente, de un día para otro, es lo que tienen las expediciones invernales. Y en este caso ha sido para bien.

Habíamos asumido que tocaba esperar durante al menos una semana en el campo base, pero un giro en las predicciones ha hecho que esta mañana, a las 9:00 (hora paquistaní), partieramos de nuevo hacia la montaña para abrir huella, por enésima vez tras la nieve de estos días atrás, hasta el campo I. Dormiremos en el I y mañana retomaremos el trabajo tratando de alcanazar definitivamente el campo II. Los partes hablan de buen tiempo hasta el próximo viernes, de manera que hemos emprendido la marcha con el campo III y IV como objetivo. De todas formas, no podemos olvidar que todavía no hemos superado la cota 6.000, por lo que la falta de aclimatación puede jugar en nuestra contra si no actuamos con cautela. Somos conscientes de ello.

La principal novedad es que el Italiano Danielle Nardi se ha unido a nuestra cordada. Lo hace tras renunciar a escalar en solitario la Mummery Ridge. Recordemos que la marcha del polako Tomek Mackiewicz y la francesa Elisabeth Revol dejó a Danielle Nardi sin compañero de cordada para la ascensión que él traía en mente por una ruta que, por cierto, a medida que van pasando los días escupe más nieve (en la última semana las avalanchas se repiten a diario por la ruta elegida por Nardi, incluso una de ellas alcanzó su tienda apenas 10 minutos después de que éste la abandonara).

De manera que hemos sumado fuerzas en la vertiente Diamir del Nanga Parbat. Ali ‘Sadpara’, Danielle Nardi y yo hemos partido hoy. Mañana lo harán Muhammad Kan y el trío iraní; nos reuniremos, si todo va bien, en el campo II. Veremos cuánto da de sí esta ventana.