De vuelta al campo base tras la primera rotación

A lo largo de la jornada de hoy hemos avanzado unos cien metros respecto a lo escalado ayer estableciendo un depósito de dos tiendas, 1.300 metros de cuerda y abundante comida 150 metros por debajo del campo II.

El duro trabajo de estos días atrás ha pesado. No en vano, la de hoy ha sido la tercera jornada consecutiva fijando cuerda y porteando unos 20-25 kilos de peso entre el campo I y el II.

A primera hora de la mañana hemos vuelto a partir desde el campoI y, a medida que hemos superado la altura máxima alcanzada ayer, la nieve profunda ha dado paso al hielo vivo que, junto al peso que llevabamos a cuestas y el cansancio acumulado, ha ralentizado nuestra marcha. Así, tras nueve horas de escalada bajo la sombra a unos -30ºC de temperatura, a pesar de no lograr superar el muro Kirshoffer, sí hemos podido establecer un depósito de dos tiendas, 1.300 metros de cuerda y comida suficiente como para un ataque a cumbre de cara a la próxima rotación.

Ahora es posible que descansemos aquí durante cerca de una semana, dado que, según el último parte de meteo, hasta el viernes que viene no se espera una ventana de buen tiempo lo suficientemente duradera como para intentarlo hasta el campo III o incluso lanzar un ataque a cumbre.


Hacia el Campo II

El frío helador y el cielo raso hacían augurar un día espléndido, y en efecto, es sol nos acompañó durante toda la jornada de ayer (4 de Febrero).

Avandonamos el campo base a las 6.00 de la mañana, cargados con más cuerdas y material, abrigados con nuestros trajes de pluma, pero aún así algo aturdidos por el sueño y el frío; el termómetro rondaría los -20ºC.

Teníamos como objetivo llegar al campo I en unas tres horas, montar las tiendas allí, depositar el material extra que portábamos y emprender la escalada hacia el CII. Pero la nieve había vuelto a cubrir la huella abierta, de modo que necesitamos SIETE horas para alcanzar los 5.050 metros del CB, lo cual, evidentemente, trastocó un poco los planes.

Fijamos las tiendas, bebimos, comimos, y de nuevo en marcha hacia arriba, tratando de sacar partido a las horas de luz que quedaban. Ganamos metros con bastante rapidez a lo largo del corredor que lleva a la misma base del muro Kirshoffer. Fijamos, en total, 400 metros de cuerda, hasta los 5.450, y vuelta al C1 a dormir.

Hoy (5 de Febrero) hemos empezado a trabajar hacia las 9:00 de la mañana. Ha amanecido un día maravilloso. Pretendíamos seguir fijando hacia arriba, hasta los 5.700 para, a partir de aquí, tratar de escalar el muro Kirshoffer, y una vez superado, establecer el CII. Pero no ha sido posible. Solo hemos alcanzado a fijar hasta 5.800m, más o menos. Ha sido una jornada dura, con nieve muy profunda. Veremos si mañana tenemos suerte y conseguimos, por fin, alcanzar el campo II. Ahora toca dormir y recuperar fuerzas. ¡Un abrazo desde el Campo I del Nanga Parbat!


Campo I (5.050m), listo

Tras tres días abriendo huella, el sábado, por fin, conseguimos llegar al campo I y establecer allí un depósito.

No ha sido ni mucho menos fácil preparar el campo I. Lo intentamos por primera vez el 28 de Enero, aunque aquella vez, con el nevadón recién caído, aclimatación todavía escasa y el estómago bajo mínimos, sólo alcanzamos los primeros metros del glaciar; fueron cuatro horas de trabajo, más que suficiente teniendo en cuenta cuál era nuestro estado. El 30 de Enero volvimos a ello, y en esta ocasión sí logramos atravesar tanto la morrena como el glaciar, aunque la profunda nieve que nos cubría hasta la cintura no nos permitió avanzar más allá de los 4.850 metros, donde dejamos los 600 metros de cuerda y la tienda que llevábamos a cuestas; ocho horas en total. Y por fin el sábado, acompañados también por el trío iraní (Mahmood Hashemi, Iraj Maani y Reza Bahadorani), conseguimos alcanzar los 5.050 metros de altura y establecer, bajo una pirámide de roca, nuestro campo I: una tienda y unos 900 metros de cuerda en total por nuestra parte. Los iranís, por su parte, subieron otros 600 metros de cuerda y una tienda más. Avandonamos el campo base hacia las 8:00 de la mañana, y serían las 17:00 de la tarde para cuando regresamos.

Tanto ayer como hoy (2 de Febrero) el día ha amanecido bastante ventoso, así que hemos acordado descansar. Mañana, si fuera posible, retomaríamos el trabajo para intentar fijar hasta el campo II a 5.900m (sin duda el tramo más técnico de nuestra ruta) para volver a dormir al campo I. Y si la ventana lo permitiese, al día siguiente, seguiríamos intentándolo hasta el campo III (6.700m). El parte de méteo parece indicar que se acerca un frente de tiempo favorable para una semana, pero preferimos actuar con cautela; vamos poco a poco y día a día.


Alex Txikon, Ali ‘Sadpara’ y Muhammad Kan se encuentran ya, desde el pasado 25 de Enero, en el campo base del Nanga Parbat

El equipo espera una mejora del tiempo y el estado de salud del alpinista lemoarra (arrastra una severa descomposición desde Chilaas) para poder comenzar a trabajar en condiciones.

Las nubes, la nieve, el frío y las vomitonas están acaparando el protagonismo durante estos primeros días en el campo base del Nanga Parbat, a unos 4.100 metros de altura.

Tras partir de Islamabad el día 20 y atravesar la Karakorum Highway con escolta policial incluída, Alex Txikon y su equipo de apollo llegó a Chilaas hacia el mediodía del miércoles 21, donde le esperaban los compañeros de expedición paquistanís Ali ‘Sadpara’ y Muhammad Kan. Dos días de estancia allí sirvieron para cumplir con los compromisos burocráticos ineludibles (visita al delegado de turismo y visita al oficial de policía), gestionar lo refente a cargas y porteadores, y también enfermar: Alex Txikon arrastra desde entonces una severa descomposición que le ha complicado la marcha de aproximación pero de la que espera recuperarse en breve. No en vano, no es la primera vez que algo parecido le ocurre en Pakistán, y sabe que se trata de comer limpio y ser paciente durante algunos días.

El 23 de Enero reanudaron la marcha esta vez en jeep desde Chilaas hasta Diamarow, punto de partida de la aproximación a pie. Unas 4-5 horas diarias de caminata durante tres días, pasando por las aldeas de Zaweri y Cutgali hasta alcanzar los 4.100 metros de altura y establecer el que será el campamento base para los próximos dos meses. Estas primeras jornadas han servido, precisamente, para poner todo a punto en este CB (siempre batallando contra las frías temperaturas que por la noche caen hasta los –15ºC), y planificar una primera jornada de trabajo.

Por lo tanto, el equipo espera ahora una mejora del tiempo (previsible para mañana día 28) y también del estado de salud de Txikon para poder, en un primer paso, abrir huella hasta el campo I y después establecer allí un depósito de cuerdas y demás material. Se decantarán definitivamente por la ruta Kirshoffer que, aunque “muy helada y seguro dura de pelar” parece menos expuesta a aludes que la Messner.

Por otro lado, hoy día 27 a media mañana, Txikon, Ali y Muhammad Kan han recibido la visita de Danielle Nardi que, por cierto, ha hecho posible este envío vía e-mail (el equipo de Txikon contará con conexión a internet a partir del día 1 de Febrero). El italiano ha proporcionado al de Lemoa algunos medicamentos indicados para el estómago y le ha transmitido su voluntad de intentarlo una vez más por la Mummery Ridge a pesar de que, tras la marcha del polaco Tomek Mackiewicz y la francesa Elisabeth Revol, se encuentra sólo para escalar. Afirma que lleva tres inviernos intentándolo aquí y dice que las condiciones que se ha encontrado este año pintan bastante mejor que en anteriores ocasiones. Precisamente Nardi, que cuenta con conexión a Internet, ha anunciado que para mañana se esperan cielos descubiertos que podrían aguantar hasta el sábado (de hecho, ya se han abierto algunos claros).

Por último, para mañana se espera la llegada de tres nuevos protagonistas a este campo base. Se trata de tres escaladores iranís que, según hemos sabido a través de la agencia, a priori comparten las mismas intenciones respecto a la ruta y las fechas que el trío formado por Txikon, Ali ‘Sadpara’ y Muhammad Kan. De todas formas, aquí nadie quiere apresurarse a contemplar posibles cooperaciones.

 


Un día más de mal tiempo y vomitonas

El plan que teníamos previsto para hoy 27 de Enero (acercarnos abriendo huella hacial el campo I) se ha visto alterado por el mal tiempo y, sobre todo, por la fatídica noche de vomitonas que he pasado. Parece que aún necesitaré algún día más para recuperarme de la que pillé en Chilaas; la verdad es que, en mi caso, la historia se repite en Pakistán. Paciencia.

Por otro lado, a media mañana, hemos recibido la visita de Danielle Nardi. El italiano estaba al tanto de nuestra presencia aquí, sabía también de mi estado de salud, así que nos ha proporcionado algunos antibióticos que van bien para el estómago y seguro me serán de gran ayuda. Hemos estado charlando de lo ocurrido con Tomek y Elisabeth, lo cierto es que no quiere remover demasiado el lodo, y nos ha transmitido su voluntad de intentarlo una vez más por la Mummery Ridge. Lleva tres inviernos intentándolo aquí y dice que las condiciones que se ha encontrado este año pintan bastante mejor que en anteriores ocasiones. Le acompañan dos cámaras, pero tras la marcha del polaco y la francesa se encuentra sólo para escalar. Iremos viendo qué es lo que ocurre.

Nosotros apostamos definitivamente por la ruta Kirshoffer que, aunque muy helada y seguro dura de pelar, parece menos expuesta a aludes que la Messner.

Para mañana esperamos también la llegada de tres nuevos protagonistas al campo base, se trata de tres escaladores iranís (Mahmood Hashemi, Iraj Maani y Reza Bahadorani) que, a priori, comparten nuestras mismas intenciones respecto a la vía y las fechas, así que tenemos horas y días por delante para contemplar una posible colaboración.

De momento, seguimos a la espera de que tanto el tiempo como mi estómago mejoren para poder empezar a trabajar en condiciones. Nardi, que cuenta con conexión a Internet, nos ha anunciado que para mañana se esperan cielos descubiertos que aguantarán hasta el sábado.


Ya estamos en el campo base

Partiendo desde Cutgali, el 25 de Enero y bajo una nevada importante, llegamos ya al campo base del Nanga Parbat. Lo cierto es que vinimos un poco flojitos, apenas habíamos comido nada desde que salimos de Chilaas, el estómago no deja de dar guerra. Pero nos esperaba un día duro: tocaba coger las palas y abrir pasillos y hueco en la nieve para montar las tiendas, así como la cocina y el comedor para después reorganizar todo lo que contenían los bidones y petates que los porteadores habían dejado apilados. Poco a poco, sin dejar de batallar contra el frío, logramos poner un poco de orden en lo que será nuestro hogar los siguientes dos meses. Un poco de arroz blanco para cenar… y al saco, a descansar. El termómetro marcaba –15ºC y no paraba de nevar, tanto es así que esta mañana (26 de Enero) hemos amanecido con una capa de nieve de al menos un metro. El día de hoy, todavía nublado, ha servido para seguir afinando todo en el campo base: refijar las tiendas, poner a punto el aislamiento y la luz en la tienda comedor, montar un pequeño ‘txoko’ para los ordenadores, baterías etc. y acordar el planing para mañana (martes, 27 de Enero). Las nubes no nos han dejado contemplar el Nanga Parbat con claridad todavía, a priori diría que se ve bastante pelado, con mucho hielo, así que hemos decidido que mañana nos acercaremos hacia el Campo I para ir abriendo huella y ver más de cerca cómo está el terreno. Lo haremos sin carga; pasado mañana volveremos para ir depositando cuerdas y demás material. Tengo buenas sensaciones, el grupo está unido y creo que nos entenderemos a la perfección.


La aventura del camino

Partimos de Islamabad hacia la Karakorum Highway el día 20 de Enero, a media noche y en un minibús. ¡Una sola parada en toda la noche para ir al baño! Cuando comenzaba a clarear el día, a unos 100 kilómetros de Chilaas, llegamos al checkpoint policial a partir del cuál tendríamos que viajar escoltados. Así sucede en esta zona. Los sunitas literalmete matan a pedradas y tiros a los chiitas en estos pueblos, y el ambiente no resulta precisamente ‘amigable’ para los extranjeros. Es por eso por lo que el gobierno paquistaní tiene en marcha este servicio de escolta para todos aquellos camiones, autobuses y vehículos particulares que pretenden completar este tramo de la autopista que lleva al Karakorum. Lo cierto es que Chilaas y sus habitantes tienen muy mala fama entre los paquistaníes de otros valles: “Viven como salvajes. No quieren estudiar, no quieren trabajar, se pasan el día hablando sentados sobre las piedras”. Los miembros que nos acompañan (los escaladores Ali ‘Sadpara’ y Muhammad Kan, el guía Hassan y el cocinero Mozil) proceden de Baltistan, son también musulmanes claro, pero chiitas, de modo que en reiteradas ocasiones ha sido víctima de los ataques protagonizados por los “locos” de Chilaas. Para nosotros, desde fuera, tratar de comprender este coflicto interno es cuando menos complicado, pero accedemos a tener en cuenta las recomendaciones que nos hacen: “Actuad con discreción, cuidad vuestra forma de vestir y no saquéis fotos sin su consentimiento, ¡menos aún a las mujeres!”

Precisamente fue Chilaas donde nos reunimos, al fin, con Ali y Muhammad Kan, compañeros de expedición y amigos; nos estaban esperando en el hotel. ¡Qué alegría volver a vernos! Pasamos dos días y dos noches allí, puesto que desde allí era desde donde teníamos que gestionar todo lo referente a cargas y porteadores, y porque también allí tocaba arreglar el tema burocrático (¡y policial!): visita al delegado de turismo, y visita al oficial de policía. Y es que desde que en verano de 2013 mataran a 11 personas en el campo base del Nanga Parbat (finalmente parece ser que responsabilizan del ataque a 15 locales), practicamente ningún grupo de trekking ni expedición ha regresado a este valle de Diamir hasta ahora, de manera que han determinado destinar a cuatro agentes a acompañarnos durante dos meses. Tuvimos 48 horas para ir solucionando todos estos temas desde Chilaas, y la verdad es que no teníamos ninguna intención de encerrarnos en el hotel. Procuramos salir a la calle y establecer un mínimo contacto con los locales: comprar algo de fruta, visita al barbero, tomarse un té… la respuesta fue reconfortante. Al final, es todo cuestión de tiempo. Sentados frente al río Indus, disfrutando del paisaje, fueron los propios vecinos de Chilaas los que, poco a poco, se fueron acercando, algunos con cara de sorpresa, la mayoría repletos de dudas y preguntas. Su mirada es oscura y dejan crecer sus barbas casi hasta el pecho (sinceramente, encajan a la perfección con el talibán estereotípico que tan asimilado tenemos en Occidente). Por de pronto, gracias a esta experiencia, muchos de los prejuicios que traíamos hacia los sunitas han quedado atrás pero, sin embargo, se ha visto reforzado todo lo que habíamos leído y escuchado respecto al trato hacia las mujeres: viven prácticamente recluídas en casa, apenas salen a la calle para lavar las ropas, siempre cubiertas y en grupo.

En cualquier caso, el principal recuerdo que en esta ocasión nos llevamos de Chilaas fue la monumental descomposición que todavía nos acompaña. Ni uno ni dos; al menos cuatro miembros del grupo pasamos la noche en el baño… y así tuvimos que emprender nuevamente la marcha, habiendo perdido gran parte de las reservas que traíamos de casa.

El 23 de Enero, por lo tanto, esta vez en jeep, partimos hacia una aldea llamada Diamarow. ¡Vaya ruta! ¡Terrorífica! El jeep ocupaba todo el ancho de la pista que trazaba Zetas cerradísimas a medida que ganábamos altura. El rostro sereno del piloto transmitía tranquilidad y seguridad, pero no vamos a negar que el avismo que se asomaba a nuestra izquierda resultaba cuando menos inquietante. Así, tras cruzar un último puente de madera enclenque, llegamos a Diamarow, desde donde emprendimos la marcha a pie bajo la atenta mirada de los porteadores locales y demás vecinos. Unas cinco horas cuesta arriba, hasta llegar a Zaweri. Nos sorprendió lo peligroso del sendero que, completamente helado, hizo temblar a más de un agente de policía: sin calzado adecuado, estuvieron a punto de despeñarse en más de una ocasión. ¡Tardaré en olvidar el terror en sus caras! Aquella noche dormimos en la escuela financiada por Messner en Zaweri, y comtemplamos por primera vez, aunque escondido entre las nubes, el Nanga Parbat, maravilloso.

A la mañana siguiente, de nuevo hacia arriba, otras cinco horas hasta Cutgali. El frío no perdona y a lo largo de esta marcha de aproximación nos ha vuelto a sorprender la fuerza y capacidad de sufrimiento que demuestran los porteadores locales. Sin ropas ni calzados adecuados para el frío y la nieve cargan a sus espaldas 25 kilos durante tres jornadas a cambio de 8.000 rupias (unos 70 euros). Eso sí es valor.

Tampoco dejaremos jamás de sorprendernos con la belleza de estos valles inóspitos .

 


Hacia el Nanga Parbat

Tenemos objetivo para este comienzo de 2015: Nanga Parbat (8.126m) invernal. Tras la frustración que supuso ver desvanecerse el proyecto del K2, este nuevo reto nos ha devuelto la ilusión de viajar a Pakistan y escalar. Lo haré junto a dos compañeros y amigos paquistanís: Muhammad Ali ‘Sadpara’ y Muhammad Kan.

Partimos hoy mismo desde Bilbao hacia Islamabad, al encuentro del Nanga Parbat, la novena montaña más alta del mundo y la segunda más alta de Pakistán. Situado en el extremo occidental del Himalaya, es uno de los dos últimos ochomiles vírgenes en invierno. Sólo la apodada por los alemanes como ‘la montaña asesina’ y el K2 (8.611m) se resisten a permitir que nadie alcance su cima en la estación más fría del año. Y no por falta de interés ni de persistencia. Es, sin duda, el ochomil que más veces ha sido intentado en invierno. Una veintena de expediciones desde el primer intento en 1989, en las que la máxima altitud alcanzada fueron 7.800 metros en 1997.

Será mi primera incursión en el Nanga Parbat, y quiero intentarlo por la vertiente Diamir (una de las tres caras que muestra la montaña) aunque la elección definitiva de la ruta la haremos allí. Puede que optemos por la Kirshoffer, o puede que por la Messner; lo decidiremos una vez hayamos comprobado las condiciones sobre el terreno. Tras la obligada ruta por carretera y la posterior marcha de aproximación a pie, esperamos poder llegar al campo base a finales de la semana que viene y ponernos a trabajar en la pared cuanto antes.

El equipo

Escalaré junto a Muhammad Ali ‘Sadpara’ (de Sadpara) y Muhammad Kan (de Macholu), dos hombres de sobra curtidos en el Himalaya que considero serán excepcionales compañeros de cordada.

Por lo demás, a partir del 1 de Febrero contaremos con conexión a Internet en el campo base, así que todo el que quiera, a través de crónicas e imágenes que vayamos colgando, podrá seguir de cerca el transcurso de la expedición. Eskerrik asko denei!!!